Cuando te decepcionas, no te sientes a tener lástima de ti mismo. Aunque las
cosas pueden parecer malas, aun tenemos una elección: tener comunión con
nuestros problemas o tener comunión con Dios.
Podemos permitir que nuestros pensamientos se detengan en lo malo hasta que
lleguemos a estar totalmente decepcionados y arruinados, o podemos poner
nuestra atención en todo lo bueno que nos sucede en la vida, y en todas las
bendiciones que Dios todavía tiene almacenadas para nosotros en los días
venideros.
Los pensamientos son palabras silenciosas que solo nosotros y el Señor
escuchamos,
pero esas palabras afectan nuestro ser interior, nuestra salud, nuestro gozo y
nuestra actitud.
'No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús'(Filipenses 4:6-7)."
Fuente: “Como encontrar ánimo para cada día”
por Joyce Meyer