No nos quedemos abatidos. Podemos ser libres del abatimiento y de la ansiedad que enferma. Podemos evitar que las circunstancias que nos rodean nos agobien. Podemos evitar que nos abatan la mirada y el alma. Podemos deshacernos del desaliento. Podemos sacudirnos los temores. Podemos sobrellevar nuestros fracasos y convertirlos en progreso. Podemos resistir y vencer en cada lucha porque Dios nos ama. Él nos da la fuerza y la sabiduría. Aunque cometamos errores, si acudimos a Él creceremos y aprenderemos cada día.
Dios, que nos dio la vida, está atento a nuestra vida
cotidiana también. Más de lo que imaginamos. Si hablamos con Él, en oración, y le
entregamos nuestras cargas, el afán, la preocupación, Él
nos dará su ayuda, descanso y paz.
Hablemos con Dios y confiemos en su amor. Con Él todo cambia, incluso nosotros mismos: somos transformados porque Él nos da un nuevo corazón. Aunque las circunstancias
parezcan no cambiar, Él toma el control y las redirige para nuestro bien. Podemos acudir a Dios y decir "No" al abatimiento. Somos libres al confiar en Dios.
La Biblia dice: “Tengan fe en Dios….” (Marcos 11:22, NVI). Él nunca falla, ¡y siempre cumple Sus propósitos!