Los temores, a veces, aparecen cuándo menos
lo esperamos y quieren afectar cualquier área de nuestra vida, pero, no estamos indefensos: La Biblia dice: “No
nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y
dominio propio” (2 Ti.1:7). Tenemos poder para controlar nuestros temores y nuestras emociones. No estamos a merced de ellos. Aunque abunden las circunstancias difíciles, recordemos
quiénes somos. Somos hijos de Dios, protegidos por Dios, guiados
y acompañados por Él todos los días. No estamos solos ni a la deriva, ni desamparados.
Él dijo: “Estoy con ustedes
siempre” (Mt.28:20, NTV). Su amor nos protege y echa fuera el temor.
Resistamos al temor confiando en
Dios, porque nadie es mayor que Él. Nadie es más fuerte. Nadie lo puede vencer. Digamos con
confianza: "El Dios todopoderoso es mi defensa". Él dijo: “No temas; cree solamente.” Que el temor no nos paralice ni detenga. No cedamos jamás al engaño del miedo. Somos fuerte en Dios. Acudamos a Él. Él es nuestra defensa y nuestro refugio. Su protección nos rodea. El Dios que nos ama es nuestro Protector y nos libra de todo mal. Creamos en Él y en su Palabra: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" Confiemos en que Él tiene el control de nuestra vida. Confiemos sin vueltas, como niños, y recuperemos la alegría recibiendo su paz.