lunes, 27 de junio de 2016

¿Buenos o malos?

¿Te has dado cuenta de que hay personas que piensan que son muy buenas y, otras, que son muy malas? Parece una paradoja. Lo cierto es que la Biblia dice que “No hay bueno, ni aun uno” ¿Entonces?
Es interesante notar que todos los seres humanos tenemos virtudes y defectos, incluso la gente que pudiera decir “Yo soy muy malo” (¡en ese caso, la virtud podría ser la sinceridad!). La Biblia dice que Dios hizo al hombre (al género humano) a Su imagen y semejanza. Aunque el hombre se desvió del plan original de Dios, pecó y permitió que el mal lo afectara, todavía hay “cosas” en el corazón humano que nos recuerdan que fuimos creados por nuestro Dios que es Bueno y Perfecto. 
 
Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón, Dios nos da un nuevo corazón, una nueva naturaleza, la naturaleza de Dios. Somos transformados cada día más y más conforme a Su imagen. “El amor de Dios ha sido derramado” en nuestros corazones “por su Espíritu Santo”, nos dice la Biblia.
 
Estamos inmersos en un mundo donde hay maldad. La naturaleza humana egoísta busca salirse con la suya y se inclina al mal. Pero, sin embargo hay una gloriosa e irrefutable verdad: los hijos de Dios, tenemos la ayuda del Espíritu Santo para buscar lo bueno, hacer lo bueno, practicar el bien, amar. El apóstol Pablo dice “que cada uno piense de sí con cordura” (Romanos 12:3). Y: “ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co.6:11, NVI).
Pensemos, entonces, “con cordura”: Si somos hijos de Dios, no debemos condenarnos con pensamientos negativos y mentiras creyendo que “somos malos”. Somos hijos del Dios Bueno, que nos ama y nos hace crecer más como Él cada día. 
Tampoco nos creamos mejores que los demás. Podemos tener el equilibrio de sabernos “pecadores redimidos”: “gente inclinada al mal pero rescatada por Dios y transformada, hechos hijos de Dios para ser más como Él”.