lunes, 17 de octubre de 2016

Corazón nuevo

Todos sabemos lo que significa plenamente la frase: “¿Por qué no me callé?”  Esa frustración de haber dicho lo que no debíamos es bien conocida por todo ser humano. ¿Qué hacer para frenar ese impulso de hablar cuando no debemos? La respuesta es: Pedir ayuda a Dios. Porque la Biblia dice que ningún hombre puede "domar la lengua" (Stg. 3:8). Para tener dominio sobre la propia lengua tenemos que permitir que Dios mismo la domine por el accionar de su Espíritu que vive en nosotros.
 
Dios es bueno, y no sólo nos promete su ayuda sino también un nuevo corazón, ¡de manera que las palabras también cambien! Lo que hablamos procede del corazón. Un corazón transformado producirá un “hablar transformado”. ¡Hay esperanza para nosotros! El problema no reside tanto en la lengua misma, sino en nuestro corazón, porque “de la abundancia del corazón habla la boca”.  Pidamos a Dios que nos dé un corazón nuevo, cada día más transformado, para que nuestras  palabras edifiquen en vez de destruir; bendigan y no maldigan.  ¡ Dios nos ayudará! Él lo hará.
 
Dice la Biblia: “La lengua de los sabios es medicina” (Pr. 12:18b). Solamente Dios puede darnos una lengua sabia. Él es el único que puede darnos un nuevo corazón que producirá un nuevo hablar y una vida nueva. ¡Qué maravilloso es saber que nuestras palabras pueden ser una medicina que sane a otros, que ayude, que consuele, que aliente! No lo dudemos. Pidamos a Dios todos los días: “Dame un corazón limpio”. ¡A Él le encanta responder esas oraciones! y juntamente con eso nos dará sabiduría y prudencia.