En un mundo que parece cada vez más violento, los pacificadores pueden parecer seres de otro siglo. Sin embargo, hay una riqueza oculta en ser un pacificador: eso trae gozo a tu vida y a la vida de otros.
Un pacificador hace todo por traer paz en cualquier situación adversa.
Hará más que lo posible por terminar conflictos y enfrentamientos. Con diálogo, sin negociar valores ni transigir al pecado, pero
procurando acuerdos. El pacificador propiciará un ambiente de serenidad
para la reflexión y una toma de decisiones consciente y no emocional o
pasional.
La mansedumbre es un regalo de Dios. El carácter pacífico y manso, fuerte en su firme tranquilidad, es resultado de un proceso que nos enseña a valorar la belleza de la paz
Los pacificadores son seres "mansos", llenos de mansedumbre. Una característica especial que nos hace lentos para enojarnos y a la vez fortalece nuestro carácter para no ser esclavo de las emociones.
Busquemos la paz, y busquemos ser pacificadores. Que cuando lleguen los conflictos nos encuentren bien parados en nuestra certeza: es mejor la paz, siempre.
La Biblia dice que Dios es nuestra paz, y que Él nos da su paz, esa paz que es verdadera y duradera.
Hablemos con Dios, como con un amigo, y permitamos que Él nos enseñe, porque Él es Dios de paz.