martes, 28 de agosto de 2018

Futuro eterno

A todos nos preocupa el futuro en alguna manera. A medida que crecemos tratamos de prever, de construirlo. Soñamos, ponemos metas y objetivos, planificamos, hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos y vamos por más en pos de ese futuro que anhelamos para nosotros y para los que amamos. Somos así. Quisiéramos poder hacer todo eso, lo que consideramos mejor. Pero, no siempre resulta como lo queremos. Y está bien, porque es parte de la vida y del crecer. Los padres, además, procuran ser parte y ayudan a construir el futuro de sus hijos, sus bases.

No obstante, hay un futuro más lejano. Un futuro que muchos desconocen y que escapa a nuestra consideración. Hay un futuro preparado por Dios. Como Padre Perfecto, preparó de antemano un futuro de gozo, de bien. ¡El mejor futuro! Un futuro eterno. Nos preparó el mejor lugar, con Él, el Cielo. Inefable. Indescriptible. ¡Maravilloso!

Nuestra vida no termina acá en la tierra. Somos seres trascendentes. Imaginate cómo nos ama Dios, que preparó no sólo nuestra vida terrenal sino una vida eterna. No nos dejó solos. Él se hizo cargo. Proveyó todo lo necesario. Estábamos lejos de Él, perdidos en nuestro vagar y en nuestros argumentos, pero Dios envió a Jesús, su Hijo, para llevarnos de regreso a Él, para perdonar nuestro pecado y librarnos del mal y de la culpa. Por la fe en Jesús podemos ser hechos hijos de Dios. 

Dijo Jesús: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho... Voy a prepararles un lugar. Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.” Juan 14:1-4, NVI. El Cielo es nuestro Hogar. Hay un futuro dichoso y eterno preparado para todo aquel que acepte el amor de Dios y confíe en Él. Comprobalo por vos mismo.