Ha preparado un lugar en el Cielo para quienes confiamos en Él. Y ¡Él no cambia de opinión como los humanos! Su amor no ha cambiado: sigue siendo infinito, incondicional. Su misericordia y su favor no tienen fin. Él es un Dios bueno, santo y justo; lleno de bondad y clemencia. Sólo nos pide que creamos en Él, y entendamos que fuimos creados para conocerlo y vivir en su compañía. Esa es la verdadera dicha y lo que llamamos felicidad.
Jesús, el Hijo de Dios, vino a la tierra para mostrarnos cómo es Dios y contarnos sus planes eternos.
Murió en la cruz y resucitó para mostrarnos que nos ama de verdad. Para que podamos vivir para siempre. Si creemos en Jesús, Dios nos adopta como hijos suyos y nos regala esa vida indescriptible y bella. En Él hay plenitud y vida eterna.
Te animo a creer en Jesús, a creerle a Dios. Experimentá el conocerlo como Dios, como Padre y como tu mejor Amigo.