viernes, 7 de junio de 2013

Sin prisa

En medio del trajín del día, nos hace bien sacar la mirada de la rutina para mirar la vida desde otro ángulo. Podemos hallar una perspectiva impensada, fresca, renovada ante nuestros ojos. Advertir lo que no habíamos considerado. Descubrir matices de lo que vemos a diario. Entender el por qué de algo, el para qué. Tomar consciencia del entorno que, a veces, por cotidiano, queda olvidado. 
Redescubrimos las cosas cuando nos sacudimos la prisa. Encontramos que hay otra forma de percepción. Cuando pensamos sin apuros ni horarios, cobran importancia (o la recobran) esas cosas relegadas por el ritmo frenético. Quizás nos topemos con hermosas sorpresas. Todo es distinto cuando nos sacudimos la prisa.
No dejemos que el ritmo de vida acelerado nos haga perder de vista lo mejor, lo bello, lo verdaderamente valioso: la vida misma, los seres queridos, los afectos, los valores y principios, y tanta belleza que nos rodea y que a menudo pasa desapercibida.
Dios nos ama y nos ve correr, cansados muchas veces, sin disfrutar de todo lo que nos ha dado. Detengámonos unos minutos en oración. Dios está siempre atento. Él espera que contemos con su ayuda. Hablemos con Dios en oración. Veremos cómo todo cambia, cómo se alivian las cargas diarias, las responsabilidades se hacen llevaderas y se ejercen con gozo.