viernes, 30 de octubre de 2020

Bondad

Hay algo en la bondad que nos atrae y nos cautiva. Un poder  subyugante y tierno que llena el alma de quietud. Los gestos de bondad nos emocionan.Tocan nuestra alma y nuestro espíritu de una manera única. Pueden brindar alegría en la necesidad, cambiar situaciones y rumbos. La bondad puede transformar las cosas y las personas: hacer que un "fracaso en potencia" sea un "exitoso potencial". ¡Cuántas vidas han sido cambiadas a lo largo de la historia porque “alguien” tuvo un gesto de bondad en un entorno difícil y eso dio un giro a la vida de alguien más! Vidas transformadas por la manifestación de la bondad. 
 
Existen  muchos ejemplos de bondad que concluyeron en un legado a otras generaciones. 
Solemos decir que somos más “humanos” cuando tenemos actos de bondad. Nos volvemos más sensibles al otro, al prójimo. Y, en verdad, no somos más humanos, sino que nos parecemos más a Dios: Dios es el único bueno, y el Padre de toda bondad. Todo lo bueno proviene de Él.
 
En la bondad hay algo cuyo origen quizás ignoremos, pero que, ciertamente, trasciende nuestra humanidad. Es que la bondad no es nuestra: nos ha sido dada por Dios. La Biblia dice que fuimos creados “a su imagen”, a imagen de Dios. Aún tenemos vestigios de algunas de sus cualidades, y, entre ellas, la bondad. Depende de nosotros permitir que se desarrolle.
 
¡Me asombra la bondad de Dios! Seguro que a vos también. Al hacernos sus hijos, Dios nos da también la oportunidad de ser transformados. Nos da la bondad como un regalo y depende de nosoros permitir que se desarrolle. Y aunque la Biblia dice que sólo hay uno bueno (Dios), también dice que somos transformados para ser como Él. Podemos ser “buenos” con la ayuda de Dios y tener gestos de genuina bondad cuando le entregamos nuestro corazón.
 
Nos invita a confiar en Él y a ser llenos de esa bondad que no es humana sino divina.
 
Dios es bueno de una manera tal que no podemos imaginar, ni comprender. Anhela que seamos más como Él. Recompensará con alegría cada acto de bondad desinteresada porque se goza y se complace con todo aquel que ama lo bueno y hace lo bueno.
 

viernes, 23 de octubre de 2020

El mejor consuelo

Octubre 2020. El desafío de conseguir empleo; el de seguir adelante con el negocio. El desafío de la familia. El desafío de la vida misma. El desafío de estar vivos. Oramos a Dios por los que sufren, por los hospitalizados, por los grupos de riesgos, por todos. Estamos todos a prueba. 

¿Qué hay en nuestro interior? ¿Y nuestra fe? ¿Somos egoístas, generosos, pacientes, mansos? ¿Cómo lidiamos con la necesidad, nuestra o de otros? ¿Sabemos que no estamos solos? ¿Saben que no están solos?  ¡Urge que lo sepan!

Tienen que saber que no están solos en este mundo: Hay un Dios que vive y es real. Un Dios que nos ve. Un Dios que nos ama. Un Dios que consuela. Él nos dejó escrito: "Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros..." (Isaías 66:13-15). Lo prometió. Él nos ha dejado muchas promesas escritas. Su ayuda y su consuelo estarán siempre. Nos dijo: "No los dejaré ni los desampararé". "Confíen. Yo he vencido..." 

¿No es maravilloso darnos cuenta de que en medio de este caos hay un Dios poderoso en quien confiar? Confiemos. Vamos a acercarnos a Él. Vamos a pasar más tiempo con Él. Busquemos conocerlo más. 

¡Te deseo un tiempo de esperanza renovada! El consuelo y el abrazo de nuestro Dios. ¡Dios es bueno!

martes, 13 de octubre de 2020

"Yo te ayudo"

Se dice que es más difícil vivir tranquilos en estos tiempos del siglo XXI. "La nueva normalidad" nos ha afectado a todos. Nuevos recaudos y protocolos. El trabajo, la familia, los amigos, los proyectos y los planes, el futuro, todo parece trastocado por la pandemia. El individualismo también. 

Vimos que en realidad, nos necesitamos más de lo que pensamos. Nos acechan los miedos, reales e infundados. La enfermedad y la "insolvencia". El desempleo y las carencias asomaron sus peores caras. La pobreza se hace visible como nunca.  Sin embargo, a veces olvidamos lo más importante: Dios está con nosotros. No estamos solos. Él nos dice continuamente: "No temas; yo te ayudo". Él es nuestra paz. En Él está nuestra calma.

Acerquémonos confiadamente a nuestro Dios porque Él es bueno. Él es nuestra ayuda y nuestro refugio. En Él, y sólo en Él, estaremos seguros para siempre. 


sábado, 10 de octubre de 2020

Escuchando

Su mensaje es claro. Un mensaje que genera reacciones diferentes. Se lo percibe de manera individual. Puede ser causa de debates o burlas o polémicas. Puede recibirse o rechazarse. Se lo debe considerar, ya que su importancia sigue siendo suprema. Hay quienes lo reciben, quienes disfrutan escucharlo. ¡Hay quienes nunca lo han oído! No obstante, sabemos que es bueno, sumamente vital. No es suficiente con oírlo nada más.

El mensaje de Dios, que transforma vidas, circunstancias y destinos. El Dios que nos ama. Dios existe. El Dios eterno, el Creador, el Verdadero, el Justo y misericordioso, es Dios Santo y bueno. Dios nos quiere como nadie más podría amarnos. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Es tan importante, tan sublime, tanto, que ni te imaginás. No podemos quedarnos en silencio. Si podemos llevar vida, alivio y salud a alguien, ¿por qué callar? Si conocemos la clave que necesitás para vivir con paz... si encontramos el tesoro más grande que alguien pueda imaginar, ¿cómo no contarlo? 

Podés escucharlo tranquilo, pensarlo, considerarlo con atención: el mensaje de Dios puede transformarte, y llenar de vida tu existencia para siempre. Comprobalo vos mismo.

Encontrarás más información sobre el mensaje de Dios al leer la Biblia. ¡Te sorprenderás!

jueves, 1 de octubre de 2020

Hermosamente original

La belleza es tan subjetiva como la diversidad de formas en que se manifiesta ante nosotros.
Los seres humanos creamos parámetros por los que evaluamos y decidimos. Se aplican tanto para las manifestaciones artísticas, como para la belleza, para la inteligencia o para las conductas. Cada cultura posee sus propios parámetros y variables y su propia idiosincrasia.
Los factores histórico-socio-culturales hacen su aporte a la hora de hablar de belleza. Estos determinan de manera específica lo que se considera bello en un determinado tiempo, lugar y contexto. Lo que consideramos hermoso aquí y ahora, podría no serlo en otro contexto, en otro lugar o tiempo.
Constituye una cuestión subjetiva, que, por lo tanto, se manifiesta voluble, diversa e inconstante. Sin embargo, la Biblia dice que Dios "Todo lo hizo hermoso" y, refiriéndose a la Creación, "vio Dios todo lo que había hecho, y ... era bueno en gran manera. (Gn.1:31).  
 
Por cierto, cada uno puede tener sus propios criterios respecto de lo que considera bello, ya que, al ser subjetiva, la belleza es, como el arte, "una expresión del alma de aquello que percibe".
La belleza que Dios nos regaló se manifiesta espontáneamente a través de nosotros. No tiene tanto que ver con los parámetros de moda, sino con lo que realmente somos. No tiene tanto que ver con una manera predeterminada de ver el mundo, sino con dejar que Dios nos muestre la genuina belleza de lo auténtico. 
No se trata de la piel, el color del cabello, la raza, la posición social o los kilos de peso. Dios nos dejó bien en claro que hay infinitud de formas en que se manifiesta la hermosura. Somos libres para desarrollarnos plenamente, como mujeres y hombres que crecemos día a día. Hermosamente originales, como Dios nos creó. Inmensamente valiosos.
 
El Creador quien imprime en nosotros la belleza, nos "hermosea" con su salvación. Él nos creó con una belleza única, tan única como las huellas digitales. Nunca nos comparemos con otros. Las obras "originales" nunca pueden compararse, justamente porque son únicas. La moda, la cultura, pueden condicionarnos solo hasta cierto punto, si lo permitimos. Pero, recordemos siempre, que la belleza no depende tanto de lo externo, de adornos o accesorios; estos solamente sirve para resaltarla, no para originarla.         
No hay nada tan bello como el ser vos, en Dios, creciendo en la hermosura propia. Una obra magnífica que muestra la belleza implícita en el diseño original de Dios, nuestro Creador.