miércoles, 24 de enero de 2024

No te olvides

Los seres humanos necesitamos volver a Dios; de todo corazón. Y, aunque haya quienes discrepan con esa afirmación, lo necesitamos, porque fuimos creados para estar con Él y no lejos de Él. Solemos "olvidar" que Dios existe mientras lidiamos con las cosas de la vida tratando de hacerlo todo con nuestro propio conocimiento y esfuerzo. Por eso es tan importante "acordarse de Dios". Otra vez, sí. Porque quizás muchos, en algún momento, hemos oído,  hemos escuchado y hemos sabido de Dios. 

Nuestros pensamientos nos pueden acercar o alejar de lo espiritual y de la búsqueda de Dios. Que podamos, voluntariamente, volver a pensar en Dios y sacudir la mente de todo lo que la satura y distrae: sobreinformación, problemas, conflictos y ansiedades. Y simplemente recordemos que Dios existe, que nos ama. Meditar en esas dos verdades ¡hará tanto bien! Nos ayudará a confiar y a experimentar la verdad de la fe. Nos llevará a conocer a Dios, su Persona, su esencia, sus características maravillosas. 

En medio de ese afán tan humano de querer vivir independiente de Dios, Él mismo persiste en llamarnos: "Acuérdate de tu Creador"..., nos dice la Biblia. "No te olvides de tu Creador..."

¿Por qué alejarse de Aquel que nos ama más que nadie, con un amor único y eterno?

Aunque te sientas lejos de Él, Dios te llama a acercarte, a recordar su amor y sus planes con tu vida, planes de bien para un futuro lleno de gloria y gozo.  

Él sigue amándote. Él sigue amándonos. Incluso cuando nos alejamos o nos olvidamos de su gran amor y de sus propósitos. 

En este día, qué bueno sería considerar que Dios existe y que está cerca, muy cerca.  Si nos olvidamos, acordémonos de Dios. Si nos alejamos, acerquémonos otra vez. Si dejamos de confiar, confiemos en Él, que ha querido llamarse Padre Nuestro, aunque Él es el Dios Todopoderoso.  Y volvamos a confiar como niños, porque Él permanece fiel.


viernes, 5 de enero de 2024

Un enero

"No hace falta recordártelo, lo sé. Pero, ¡a mí me encanta recordarlo! Fue un día de enero. Recuerdo la fecha y el lugar exactos, la hora aproximada, el entorno. Era un día típico del enero de este hemisferio sur. Acudí con cierta curiosidad a una invitación reiterada que al fin acepté. Te había buscado en silencio por años, a veces con fervor y otras con mera persistencia, frente a dudas y argumentos que confundían y añadían incertidumbre nada más. Te había buscado sin saber que estabas tan cerca siempre.

Preparaste los detalles como quien prepara un camino seguro para un niño. Cada circunstancia encajaba en ese camino llano preparado para mi bien y mi futuro. Todo encajó perfecto y  entonces lo vi como un rompecabezas recién terminado. Lo hiciste todo tan bien, como siempre...¡Qué alegría tan grande!

Me llevaste al punto de preguntarte así, directamente a Vos: '¿Dónde estás, Dios mío, quién tiene la razón...? Yo quiero conocerte y conocer la Verdad.´ Era un simple corazón que anhelaba encontrarte,  incluso en esa encrucijada de razonamientos. 'Quiero saber la verdad.´ Esa determinación juvenil que no admite opciones sino la única valedera, era la decisión que faltaba y que Vos esperabas.

Ese día inolvidable me invitaron a conocerte y acepté. ¡Esa fue la decisión que cambió mi vida entera para siempre! Ya nada fue igual: la vida, de repente, era una plenitud no conocida. Me llenaste de certezas y de paz. Miraba todo como quien acaba de nacer. Descubría en cada cosa tu bondad y tu presencia. Desde entonces me ayudaste a crecer, a conocerte más; a vivir con Vos y para Vos para toda la eternidad. Ese fue el día en que te presentaste claramente y me mostraste la verdad: 'Aquí estoy. Yo soy la Verdad, el Camino y la Vida.' 

¡Me encanta recordar ese día, Señor Jesús! ¡Y seguir dándote infinitas gracias!"

Así fue. Así es. Sé que Jesús, el Hijo de Dios, espera a todo aquel que quiera ir a Él y conocerlo. Tiene preparados planes de bien, propósitos diarios para todo el que le crea. Un nuevo futuro, una vida nueva.

Puedo asegurar, sin duda alguna, que Jesús es real, que nos ama y espera que nos decidamos a conocerlo. Si te has hecho alguna vez las mismas preguntas que yo:  '¿Dios existe? ¿Dónde está? ¿Cómo puedo conocerlo? ¿Es cierto que me ama? No quiero que nadie me engañe... ¿Cómo puedo saber la verdad?'... Quiero contarte, que Dios mismo te responderá. Sólo es necesario buscarlo de todo corazón. Él mismo te responderá.