La mirada es palabra no pronunciada. La mirada también es comunicación. Puede transmitir lo que pensamos y sentimos; cómo somos y nuestro
estado interno. Puede transmitir afecto o rechazo; emociones beneficiosas o
nocivas. Percepciones recibidas;
reacciones internas; juicios no emitidos; reflejos de nuestro raciocinio y
también de nuestra vida emotiva. Por eso, cuando miramos, comunicamos; emitimos un mensaje.
Ciertamente la mirada de Jesús irradiaba amor, ternura,
aceptación, y también indignación ante el pecado, firmeza, y fidelidad. Estaba
cargada de aceptación y de compasión.
Consideremos nuestra propia
mirada, nuestro propio mensaje para quienes nos rodean, con quienes compartimos
nuestra vida diaria. Que
podamos reflejar la vida de Cristo en nuestra mirada, para transmitir
esperanza, llevar alivio, mostrar amor, manifestar que hay una respuesta al
clamor de los que sufren, la cual se halla en Jesús. Que Jesús sea siempre nuestro ejemplo. Que nos dé ese amor celestial cada día para compartirlo y bendecir a quienes encontramos ante nuestros ojos.