miércoles, 27 de mayo de 2020

Poder

El poder humano (el ejercido en las así llamadas "esferas de poder") puede hacer mucho bien o imcluso mucho mal. La razón es que está supeditado a la voluntad humana y a su carácter. Existen luchas de poder en toda la historia de la humanidad; luchas por la supremacía, por el predominio; entre individuos, grupos, etnias, corporaciones y naciones. No debería asombrarnos porque eso refleja el estado del corazón humano sin Dios.  
 
La buena noticia es que hay un poder mayor al cual se sujeta toda otra clase de poder y autoridad: el poder de Dios. Él es el único y verdadero Dios. Justo, Santo y Todopoderoso. El Dios Creador de todo. El Dios que nos ama. Él interviene en la historia del hombre. No estamos a la deriva ni a merced de la voluntad humana. Como hijos de Dios, sabemos que Él cuida de nosotros. 
 
La Biblia dice que debemos orar por nuestros gobernantes y por las autoridades. Que puedan conocer a Dios y ejercer el poder dado, para bien de los pueblos, para que haya paz y justicia.

No es una utopía. Hay bendición para las naciones que aman y honran al Dios Todopoderoso. Pidámosle a Él por los gobernantes y todos los que tienen en sus manos la facultad de bendecir su nación.  

¿Sos alguien que tiene poder? Si entregás tu corazón a Dios ¡podrás usarlo cómo nunca imaginaste para hacer mucho bien!

¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor! (Salmo144:15, NVI).





sábado, 23 de mayo de 2020

Cambios inesperados

Pandemia. Todo esto pasará. Seguro que sí. Pero seguimos pasando por el proceso. Preocupa, duele,  asusta, pero también levanta hacia el Cielo la mirada de muchos. Cambios. Nuevas rutinas, nuevos cuidados, "nueva normalidad". El mundo ora, reza, busca soluciones, ayuda y reflexiona. La naturaleza descansa ante la disminución en la polución mundial: la contaminación ha descendido a nivel mundial. Libertad en los mares y en los aires; animales no domésticos se acercan a las casas en distintas partes del mundo ante "el forzado repliegue humano". El planeta parece aliviado. Para nosotros, todo ha cambiado de repente. La mayoría de los lugares de trabajo, cerrados. Lugares de esparcimiento y actividad física; jardines, escuelas, colegios y universidades, cerrados e incursionando en la virtualidad.  

Elevamos la mirada al cielo. Todo ha cambiado demasiado rápido y no nos acostmbramos, pero estamos seguros de que, a pesar de todo el caos que supone este estado de cosas, Dios reina sobre todo como siempre, porque en su mano están los tiempos. Confiemos en nuestro Dios. "Nuestro socorro viene del Señor que hizo los cielos y la tierra". 

¿Conocés a Jesús? ¿Conocés a Dios? Él es nuestro guardador, el Dios que nos ama y nos libra de todo mal. Comprobalo por vos mismo.

sábado, 16 de mayo de 2020

Perdón

Sin dudas, el perdón nos hace mejores personas; más positivos, más amigables, menos rencorosos, menos hostiles. El perdón no es una debilidad. Perdonar nos hace más fuertes y más seguros del control de nuestras emociones. Nos ayuda a comprender que tenemos la capacidad de decidir y también el dominio propio para no sucumbir al impulso de la revancha.
Por supuesto, en muchas ocasiones no es fácil y en otras, parece imposible. Quizás parezca más fácil vengarse o guardar rencor, pero eso acarrea males peores. La falta de perdón nos ata al pasado, al hecho y a la persona que nos hizo mal. La única manera de librarse de todo eso es perdonando. 
Alguien dijo que perdonar es "renunciar a mi derecho de reclamar justicia y retribución por un hecho que me ha dañado". Y realmente, el perdonar consiste en una decisión. No es un sentimiento. Podemos perdonar a alguien porque decidimos hacerlo, aunque no tengamos sentimientos que acompañen la decisión. Puedo decir: "Yo decido perdonarle, aunque no siento ganas de hacerlo. Lo hago como una decisión de mi voluntad." Al hacerlo, aunque tenga que volver a ratificarlo una y otra vez por un tiempo, voy a comenzar a sentirme libre de pensamientos negativos hacia la persona, libre hasta de ese "repulsivo alegrarse si le va mal en algo" que lleva a pensar: "Se lo merece." Porque no somos jueces.  No significa estar de acuerdo con el otro. Perdonamos por misericordia, sin juzgar si merece o no nuestro perdón. Llegará el día en que podremos recordar sin rencor al ofensor.

Ejercitemos el perdón a diario, rápidamente y en cosas simples y podremos vencer con el perdón al mal. No es conveniente huir de la situación. Afrontémosla y démosle solución perdonando y terminando con ese ciclo negativo que sólo nos genera estrés y tristeza. Dios nos dice: "Perdonen y serán perdonados". Así como recibimos y disfrutamos el perdón de Dios que nos libera de toda culpa, tenemos que perdonar a otros, por misericordia. La sensación de libertad y paz que nos da... ¡es magnífica! Pidamos a Dios que nos llene con su amor, que nos ayude a perdonar, y Él lo hará.

viernes, 8 de mayo de 2020

Tal como soy

Es fácil amar a la gente buena, a los amigos, a los que nos hacen bien en alguna manera. Pero, es difícil amar a quienes nos hacen mal. Solemos amar a quienes nos aman. Sin embargo, Dios no hace esa diferencia: Nos ama a todos tal como somos. Él ama a todos los seres humanos por igual. Nos mira y nos ama así como estamos. Pero, quiere transformar nuestro corazón y nuestra vida. Quiere hacernos nuevas personas, íntegras. Dios no tolera lo malo, pero nos ama y quiere librarnos de esa tendencia al mal que tenemos arraigada.

Hablá con Dios, así como sos, así como estás. Si querés recibir esa vida nueva, sólo tenés que confiar en Dios y creerle. Él es bueno. Él no miente jamás. Él promete darnos una vida fructífera y con propósito y una vida eterna. Todos podemos recibirla. Todo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios y que Dios lo envió para rescatarnos del mal, puede recibir ese regalo. 

¿Has hecho mal? Pedile perdón por lo malo ¡y elegí lo bueno! Pedile a Jesús que sea tu Salvador y Señor. Él nos da el poder para hacer el bien. ¡Verás la diferencia! Él nos hace una nueva persona, capaz de vivir llena de alegría y paz. No hay nadie perfecto que nunca haga algo malo,  o nunca se equivoque. Todos necesitamos el amor de Dios que nos perdona. Todos necesitamos su perdón.

"Dios, ¡gracias por amarme tanto! Te pido perdón por lo malo que he hecho. Perdoname y cambiame. Creo que Jesús es tu Hijo y quiero que sea mi Señor y Salvador.  Señor, ayudame a ser esa persona nueva. Ayudame a vivir esa vida diferente. Ayudame a alegrar tu corazón. Amén."