¿Qué cosas suelen robarte la paz? ¿Algunas actitudes o incluso cosas muy pequeña? Contémosle a Dios. Él nos enseña a ejercitar el dominio propio y a buscar la paz en Él. He descubierto que cuando le obedezco a Él, ya no es tan fácil que las circunstancias me
quiten la paz. La obediencia a Dios es muy importante porque sus mandamientos e instrucciones son para nuestro bien siempre. Hagamos lo que dependa de nosotros para vivir en paz y compartir esa paz.
Si pedimos que Dios tome el control y nos ayude, podremos aquietar el corazón, ordenar el pensamiento, y no ser esclavo de las emociones que nos llevan a reaccionar. En medio de la actividad podremos disfrutar de esa quietud del alma. Cuidémosla, cuidando además nuestro carácter, buscando avanzar en madurez y prudencia. Confiemos en el poder de Dios que nos socorre siempre que lo necesitemos. Atesoremos esa paz incomparable que Dios nos regala.