viernes, 8 de agosto de 2014

Paz en todo

Pareciera que las palabras trabajo y descanso, trabajo y paz, no van juntas. Depende del trabajo de cada uno, por supuesto, pero puede haber paz en medio del bullicio, del trajín, con muchas tareas, compras, reuniones, debates, y hasta en el fragor del trabajo físico que agobia. La paz no se relaciona tanto con la actividad externa sino con el corazón. Podemos estar quietos y sin paz. O correr muy ocupados y llenos de esa calma interior. Es posible porque Dios la da. La paz es un regalo, pero después tenemos que procurarla, mantenerla, buscarla y seguirla.

¿Qué cosas suelen robarte la paz? ¿Algunas actitudes o incluso cosas muy pequeña? Contémosle a Dios. Él nos enseña a ejercitar el dominio propio y a buscar la paz en Él. He descubierto que cuando le obedezco a Él, ya no es tan fácil que las circunstancias me quiten la paz. La obediencia a Dios es muy importante porque sus mandamientos e instrucciones son para nuestro bien siempre. Hagamos lo que dependa de nosotros para vivir en paz y compartir esa paz.

Si pedimos que Dios tome el control y nos ayude, podremos aquietar el corazón, ordenar el pensamiento, y no ser esclavo de las emociones que nos llevan a reaccionar. En medio de la actividad podremos disfrutar de esa quietud del alma. Cuidémosla, cuidando además nuestro carácter, buscando avanzar en madurez y prudencia. Confiemos en el poder de Dios que nos socorre siempre que lo necesitemos. Atesoremos esa paz incomparable que Dios nos regala.