lunes, 2 de octubre de 2023

Mortales invencibles

Ser poseedores de una buena autoestima, seguridad y estabilidad emocional no debería ser obstáculo para reconocer que todos nos necesitamos. En ocasiones, caemos en un orgullo incipiente al creer que podemos valernos por nosotros mismos y resolverlo casi todo. Nos consideramos fuertes, independientes y libres al punto de prescindir hasta de la ayuda necesaria. En lo más profundo de nuestra mente está esa utopía de creernos invencibles en alguna manera. Y allí permanece, aunque la realidad se empeñe en mostrarnos lo contrario. Somos "simples mortales", que anhelan, quizás, ser superhéroes. Aun así,  nuestra alma (nuestra esencia de persona) sigue siendo inmortal. Y tal vez esa alma inmortal alimente el anhelo de ser invencibles.

Lo cierto es que fuimos creados inmortales, no pasibles de enfermar, experimentar dolor y menos aún morir. ¡La enfermedad y la muerte no estaban en los planes de Dios el Creador! El plan original de Dios era mucho mejor, por supuesto. Quizás por eso nos gusta tanto la ficción en que el hombre hace proezas heroicas e impensadas. No obstante, el primer hombre y la primera mujer eligieron vivir independientes de Dios ¡y arruinaron ese plan maravilloso de eterna salud, bienestar y vida!

 La supuesta libertad llevó a la muerte a toda la humanidad y dio cabida a innumerables males. La independencia de Dios, el darle la espalda, se convirtió en una sucesión de calamidades.

Pensar que podemos vivir lejos de Dios es nada más ni nada menos que desconocer la Persona de Dios. Si lo conociéramos, no querríamos separarnos de Él jamás. Porque Dios es amor. Porque Dios es bueno. Su gran amor proveyó la manera de pagar la deuda que el pecado nos dejó. Su bondad sin límites encontró la manera de librarnos de la muerte eterna. Dios envió a su Hijo único a rescatarnos ¡y  a transformar nuestra existencia y nuestro destino para siempre!

¿Ya conocés a Jesús? El Hijo de Dios, Quien dejó el Cielo para nacer en la tierra y poder darnos vida y reconciliarnos con Dios. Te invito a conocerlo, a darle la oportunidad de cambiar tu vida, porque Él no hará nada sin que se lo permitas voluntariamente. Él nos respeta y nos ama. Espera que aceptemos su llamado.