viernes, 15 de noviembre de 2019

Tiempo perfecto

Muchos de nosotros somos ansiosos o poco pacientes. Quisiéramos que las cosas se resuelvan ya. Que lo que esperamos acontezca ya. Que lo que necesitamos esté aquí ya. Queremos el futuro aquí. Pero es insólito: dejaría de ser futuro. Para que esté aquí, debemos esperar... a que el "nuevo presente" se acerque poco a poco.

Todo tiene su tiempo. El tiempo que Dios le preparó. Él sabe cuál es el momento apropiado para todo. Seamos pacientes y confiemos en que todo saldrá bien en ese tiempo perfecto y exacto.

Alguien dijo que debemos planificar como si el Señor volviera dentro de 100 años, pero vivir preparados para encontrarnos con Él hoy. De esa manera, no perderemos el tiempo. Si Él tardare, habremos invertido bien el tiempo haciendo lo que debíamos hacer. A eso debemos abocarnos. La diligencia es una virtud. La confianza, también. Confiemos en nuestro Dios. Él es bueno. Él hace todo perfecto y en el tiempo adecuado. Mientras esperamos, disfrutemos con su compañía, haciendo su voluntad.

viernes, 8 de noviembre de 2019

Hablemos

¡Cómo disfrutamos las charlas con amigos! A veces son largas charlas matizadas de gozo, llenas de risas y carcajadas; otras de seriedad. Otras veces son momentos de sobria reflexión, de empatía, de comprensión recíproca. Nos gusta mucho hablar, comunicarnos. Eso también es "invento de Dios". Dios es un Dios que escucha y responde. Por eso anhela que hablemos con Él todos los días, por medio de la oración. Orar es hablar con Dios. Hablar con Él como hablamos con un familiar o un amigo, con confianza, respeto y alegría. Es una experiencia sencilla y a la vez trascendente.  

Sencilla, porque hasta los niños más pequeños pueden orar, con su vocabulario limitado y "su pronunciación en proceso de aprendizaje". El valor de la oración va más allá de las palabras; lo que Dios contempla es el corazón, la intención, la motivación. Hay oraciones muy sencillas que surgen de corazones agradecidos y llenos de amor a Dios, ¡y eso basta para alegrar al Señor! No es necesario ser elocuente, ni ser un orador público ni un conferencista para poder orar a Dios. Todos podemos hacerlo, con nuestras propias palabras. Y es trascendente porque a pesar de ser tan fácil, nos comunica con el Dios Creador de todo, nuestro Padre. Eso es tan maravilloso que nuestra mente no puede comprenderlo en toda su magnitud. 

Jesús hizo posible el camino al Cielo, y además, el ser hechos hijos de Dios por la fe en Él. Quitó lo que impedía nuestra relación con Dios (el pecado), y por su obra en la cruz nos dio libre acceso a Dios. Por esa razón podemos orar a Dios- hablar con Dios- como con un amigo. Porque fuimos hechos sus hijos y Él es nuestro Padre. ¡Maravilloso! Oremos, hablemos con Dios. En esos momentos Él nos cambia, nos transforma, nos da sabiduría, nos dirige en nuestras decisiones, nos ayuda, y nos bendice mientras hablamos con Él.

Hay bendiciones impensadas en la oración. Él prepara algo especial para nosotros cada día. Abramos nuestro oídos espirituales porque Él habla a nuestro corazón. El Dios que nos escucha nos ama con ternura. Anhela que hablemos con Él todos los días. Dios oye la oración y responde. Disfrutemos de este inefable regalo que Él nos dio: poder hablar con Él en todo momento y en todo lugar.