Podemos tener una relación personal con Dios, dialogar y conocerlo. Cuando le creemos, Él nos hace nuevas personas y nos da su poder para vivir una vida digna que honre su nombre. Sólo nos pide que
confiemos en Él, que tengamos fe en Jesús.
Todos hacemos mal, incluso sin querer, pero, cuando nos arrepentimos, su perdón nos devuelve la alegría y la fuerza para hacer el bien. Su perdón nos aleja del mal y nos hace mejores personas. Aunque nos equivoquemos muchas veces, a pesar de todo eso, Dios sigue amándonos y transformándonos desde nuestro corazón. Su amor no se da por vencido.
Todos necesitamos a Dios. Sólo Él satisface el anhelo del alma. En Él se halla el sentido más sublime de nuestra existencia. Si decidís confiar en Dios, vos también lo comprobarás.
Él nunca está lejos. Siempre ha estado cerca, esperándote y acompañándote en cada paso. Si lo invitas a tu vida, te sorprenderás. Porque Él es infinitamente más de lo que podemos imaginar.