miércoles, 30 de junio de 2021

Él nunca está lejos

Una de las cosas más impactantes y significativas para el ser humano es saber que Dios está muy atento a nuestra vida. Ese Ser Supremo y Omnipotente que creó todas las cosas de la nada, nos mira con amor. Ve nuestro andar diario. Nos conoce, sabe nuestros nombres, apodos y gustos. Sabe todo de nosotros. Incluso más que nosotros mismos. ¡Y nos ama a pesar de todo! Él nunca está lejos. 
Él no es un Dios apático, indiferente y distante. No creó el mundo y se fue lejos de aquí. No creó al hombre para dejarlo abandonado. Al contrario. Dios está muy cerca de nosotros siempre. 
 
Dios es amor: esa es la palabra que mejor lo describe. Nos ama con un amor sin fin y sin límites. Tanto, que envió su Hijo Jesús para que podamos recibir, por medio de Él, todo lo que ha preparado. Jesús murió en la cruz por nosotros, y resucitó para que podamos conocer al Dios único y verdadero, nuestro Hacedor. Un día, iremos al Cielo con Él para siempre, disfrutando una vida sin fin.

Podemos tener una relación personal con Dios, dialogar y conocerlo. Cuando le creemos, Él nos hace nuevas personas y nos da su poder para vivir una vida digna que honre su nombre. Sólo nos pide que confiemos en Él, que tengamos fe en Jesús.

Todos hacemos mal, incluso sin querer, pero, cuando nos arrepentimos, su perdón nos devuelve la alegría y la fuerza para hacer el bien. Su perdón nos aleja del mal y nos hace mejores personas. Aunque nos equivoquemos muchas veces, a pesar de todo eso, Dios sigue amándonos y transformándonos desde nuestro corazón. Su amor no se da por vencido.

Todos necesitamos a Dios. Sólo Él satisface el anhelo del alma. En Él se halla el sentido más sublime de nuestra existencia. Si decidís confiar en Dios, vos también lo comprobarás.

Él nunca está lejos. Siempre ha estado cerca, esperándote y acompañándote en cada paso. Si lo invitas a tu vida, te sorprenderás. Porque Él es infinitamente más de lo que podemos imaginar.

lunes, 28 de junio de 2021

Mayor deleite

Invierno incipiente. El cielo límpido y azul, la sensación del aire frío en el rostro, la escarcha en la hierba. Son sensaciones que nos derivan a la infancia, cuando salíamos, a pesar de todo, a jugar y a correr sin sentir frío jamás.  Ahora, el viento afilado del junio sureño nos sumerge en lanas y abrigos y nos hace apurar el paso. Nos hace buscar las infusiones calientes, las comidas, la lectura junto a la chimenea -o la estufa-, el chocolate,... en fin, nuestros deleites sencillos. Placeres cotidianos que reconfortan y animan.
Esa capacidad de disfrutar lo bueno es un regalo de Dios. No sólo podemos disfrutar esas cosas grandes y fabulosas, sino las pequeñas, las que ocurren todos los días y a cada momento y que, muchas veces, nos dejan boquiabiertos. 
La alegría espera, a pesar de todo, que la descubramos en cada gesto, en cada charla, en el mate y en el café humeante. En el viento arremolinado y en la lluvia, en la calidez del sol o del hogar. Dios creó todas las cosas buenas para que las disfrutemos.

Que en este tiempo podamos dar gracias a Dios, que nos da la vida, abrigo, sustento, paz y muchísimo más. Jesús, que vino a darnos una vida nueva, nos ofrece la vida eterna por la fe en Él. Una vida abundante y con propósitos eternos, no carente de dificultades, pero con la certeza de su compañía.
Su amor nos protege para siempre. Su amor salva y transforma. ¿Cómo no confiar en quien nos ama tanto?
 
Anhelo que en este invierno encuentres que Dios es real y puedas rendirle a Él tu corazón. Tu vida será transformada, te lo aseguro. 
Y si ya lo conocés, que disfrutes como nunca antes, la vida verdadera que hallamos en Él. Verás que el mayor deleite es conocer a este Dios maravilloso y único y vivir con su compañía para siempre.

lunes, 21 de junio de 2021

Solsticio

Hemisferio Sur. Solsticio de invierno: Comienza otra estación del año. Sólo lo vemos como el avance de un ciclo, bienvenido por muchos, detestado por otros. Seguimos el paso a este 2021 tan particular. Expectativas de invierno. Echamos fuera el estrés con chocolates y café. Con familia, con canciones, poniendo "garra" para avanzar y, a la vez, echando raíces más firmes en lo que amamos. 
 
El amor vence. Lo recuerdo en invierno, cuando el paisaje parece despojado de todo, trastocado, invadido de frío, de nieve, de vientos y relámpagos. Tiene su encanto aunque, visualmente, es un cambio absoluto. Menos luz, colores apagados, otras sensaciones. Pero, aun eso, siempre me recuerda que el amor vence. ¡Qué lindas y emotivas son esas historias del amor que permanece frente a todos los obstáculos! Las historias reales, lo son más. Requieren perseverancia, esfuerzo,  sacrificio, resiliencia y perdón. El amor verdadero incluye todas esas características. Aunque hoy en día se llama "amor" a muchas cosas, incluso a relaciones erróneas, nocivas y dañinas, lo cierto es que el amor verdadero nunca deja de ser. El amor no se extingue. El amor no hace mal al otro.
 
Dios es amor. Él creó todo lo bueno. Cuando creó al ser humano, nos regaló el milagro del amor verdadero. Todo lo bueno que tenemos y hallamos en otros es el reflejo de ese amor de Dios, incomparable.  Al alejarse de Dios el hombre distorsionó y contaminó lo que Dios hizo. Pero, Dios, nos ama tanto que preparó todo para hacer posible la restauración de todas las cosas. De tal manera nos ama Dios que envió a Jesús, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Esa vida nueva incluye recibir ese amor que vence todo obstáculo. 
Por eso, este invierno deseo que te encuentres con el Amor de Dios, que todo lo transforma y que todo lo puede. "Yo he venido para que tengan vida", dijo Jesús. Dios es bueno. Comprobalo por vos mismo.

sábado, 12 de junio de 2021

Sin culpa

Una conciencia limpia es una conciencia libre de culpa. 
Todos queremos tener una conciencia limpia. Todos queremos vivir sin culpa. Sabernos inocentes. íntegros. Ser felices. Y la felicidad se relaciona con una conciencia limpia. La paz también.

El tema de la culpa y la conciencia es complejo y con muchas aristas. Objeto de análisis y estudio, a lo largo de la historia ha derivado en múltiples conclusiones. Claramente, la culpa está íntimamente ligada al yerro, a la percepción de fracaso y de falla, al saber que se ha hecho mal, al haberse equivocado; ante todo, al efecto de lo que llamamos pecado. Incluso el bien que no se ha hecho, cuando podría haberse hecho, genera culpa, tanta como ser consciente de haber obrado mal. Necesitamos ser libres de la culpa y recuperar la alegría genuina y la paz que perdimos. ¿Cómo hacerlo? Necesitamos ser perdonados. Quizás, perdonar también a otros. Quizás perdonarnos a nosotros mismos. Dios lo sabe. 

El perdón es la clave. Cada día Dios llama al arrepentimiento a toda la humanidad. Por medio de Jesucristo, por la fe en Él, Dios perdona todos nuestros pecados y nos limpia de toda maldad. Cuando Dios nos perdona, somos libres del pecado y de la culpa. ¡Ya no hay culpa! 

Somos declarados inocentes. Absolutamente. Dios mismo nos absuelve. Somos perdonados. Somos libres. Somos sanados y restaurados por Dios cuando acudimos a Él, creyendo en Jesús y en su Palabra. Además, recibimos poder para perdonar a otros y a nosotros mismos; para cambiar y vivir con verdadera paz. Sólo Dios puede hacerlo.

¿Conocés a Jesús? Él puede liberarte de toda culpa y de todo temor. Sólo Él puede darnos un nuevo comienzo y nueva vida, incluso la fuerza y la sabiduría que necesitamos para permanecer en ella. Está a tu alcance por la fe. Podrás experimentar la verdad de lo que Dios nos dice. Basta creerle. Basta con confiar.

viernes, 4 de junio de 2021

Lluvia

Llueve. La lluvia fría salpica mi ventana. En tardes como estas, casi noche, me aquieta ese repiqueteo del agua que cae. Escucho y disfruto, la habitación cálida, el mate a mi derecha, mis libros, mi gata soñolienta y mi familia en casa. Tarareos y silencios. Sonrisas. Mientras escribo, doy gracias a Dios por su bondad.
 
En esta noche de invierno tengo la paz que da el sentirse amado, aceptado y perdonado. ¡Dios me ama y lo sé! Me ama con amor inexplicable, me ha recibido tal cual soy, me ha perdonado y me ha hecho una nueva persona. ¡Qué felicidad es conocer al Dios que nos ama!

Hay personas que se se sienten solas, cansadas y apesadumbradas. No encuentran alegría en la lluvia, ni tampoco música. ¡Si supieran cuánto los ama Dios! Muchos no lo saben. No han recibido el gozo del perdón y la paz. 

¿Estás así? ¿No conocés a Jesús? 

Dios está atento a tu vida y a tu corazón. Nunca estás solo. Dios te ama y quiere ser parte de tu vida. Es más, quiere darte una vida nueva. Acudí a Él confiando en su amor. Podés hablarle ahora mismo: Él te escucha y te responderá. Él cambia el lamento en baile, y te llenará de alegría con su presencia. ¡Dios es bueno! Comprobalo por vos mismo.