La vida puede ser (y, de hecho, lo es) una experiencia difícil y compleja. Pero debemos recordar que hay Alguien que vigila por nosotros: Dios nunca nos deja. Él no nos ha dejado a la deriva. Siempre está con nosotros. ¡Pero debemos creerle!
Podemos darle todo lo que nos preocupa y depositar nuestra confianza en Él. Podemos confiar en el cuidado de nuestro Dios. La paz que resulta de creerle a Dios no tiene comparación.
Esa paz está disponible para todos. Sólo tenemos que pedirla. Dios sabe que necesitamos su ayuda y espera que hablemos con Él.
Salmo 121:
1-2: ”Levantaré mis
ojos a los montes: ¿de donde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que
hizo los cielos y la tierra.”
Con Dios realmente se puede vivir confiados.