domingo, 23 de agosto de 2015

Sin dramatismo

Algunas personalidades son más propensas que otras al dramatismo. Parecen percibir las situaciones magnificadas, aumentadas, aunque en realidad no sean tan difíciles. Las circunstancias de la vida, de por sí, nos provocan tensión y ansiedad. Pero es un buen hábito tratar de mantener la calma. No agregar dramatismo donde no lo hay. No poner tintes dramáticos donde realmente no los hay. Seguramente, alguna vez nos ocurrió porque no miramos de manera objetiva. Y nos desenfocamos. Veamos de la manera más objetivamente posible. "Limpiemos" nuestros ojos de toda distorsión para ver con claridad. Echemos mano del dominio propio. Pidamos sabiduría a Dios. Analicemos los factores y busquemos soluciones con ayuda de Dios. Ciertamente, a Él no le sorprende lo que a nosotros nos toma desprevenidos. 
Él está más que dispuesto a darnos la solución, y hacer del suceso un escalón para nuestro crecimiento. Es interesante comprobar que muchas de las cosas que nos pueden desestabilizar, se desvanecen cuando asumimos la actitud adecuada y no dejamos que "cunda el pánico".  Dios nos da dominio propio, estabilidad, paciencia y sabiduría. Pidámosle su ayuda. No nos desesperemos. Controlando el dramatismo... ¡seremos más felices!