miércoles, 26 de abril de 2023

Arrepentirse

¡Cuántas veces nos arrepentimos de algo que hicimos, que pensamos o dijimos! Arrepentirse implica pena, dolor, indefectiblemente. Quisiéramos volver el tiempo atrás para borrar lo que pasó, para actuar diferente o hacer lo que no hicimos y debíamos hacer.

El arrepentimiento no es remordimiento por haber hecho mal. Es más que eso: es ser conscientes del mal cometido y tener el deseo de cambiar. No es sólo un sentimiento: implica decisión y acción. El arrepentirse es un acto de la voluntad. La persona arrepentida no sólo se duele del mal que hizo sino que toma la decisión de no volver a hacerlo. 

La convicción de haber hecho mal genera culpa. Muchas veces se busca la paz, pero sin afrontar la responsabilidad de nuestros hechos. No podemos huir de la culpa; debemos afrontarla y hacer algo al respecto. Dios nos ofrece gratuitamente esa paz si reconocemos nuestro obrar equivocado, nuestros pecados. Al creer en Jesús recibimos el perdón y el peso de la culpa se va. Da lugar a la paz que Dios da a todo aquel que cree. 

La paz es resultado de una conciencia limpia. Ahora bien, humanamente, por nosotros mismos, no podemos lograr una conciencia limpia. Por eso vino Jesús, porque para nosotros era imposible.  Hay perdón en Jesús para todo aquel que cree en Él. Y su perdón es lo único que puede darnos verdadera paz.

Quizás pienses que no tenés nada de qué arrepentirte, que sos una buena persona, que no hace mal a nadie y hace todo el bien que puede. Pero, sabés que no sos perfecto y que en ocasiones pensás mal, o decidías mal, o tu carácter te lleva a usar palabras equivocadas... Cada uno de nosotros sabe donde es más notoria nuestra imperfección.

Jesús murió y resucitó para que podamos venir a Él con sinceridad, reconocer nuestra necesidad y condición y recibir, gratuitamente, el perdón y la paz de una conciencia limpia. Eso sólo es posible por medio de la fe en Él.

¿Creés en Jesús? ¿Reconocés que sos imperfecto y lo necesitás? Hablá con Él. El arrepentirse y creer en Él es solamente el comienzo de una vida diferente, victoriosa  ¡y eterna!

 Jesús nos dice: "Arrepiéntanse y crean..."

jueves, 20 de abril de 2023

Sin mérito alguno

Estamos acostumbrados a relacionarlo casi todo con la retribución, con el mérito, con el hacer y el merecer. Pero, ¿qué pasa si alguien nos da algo "porque sí"? Sin mérito alguno de nuestra parte... Nos asombra, ¿verdad? Nos sorprende cuando alguien nos regala algo sin ser una fecha especial. Es que creemos que para recibir algo hay que ganárselo.
 
Lo cierto es que a Dios, el Dador de todo, le place darnos su mayor regalo, por la fe, aunque no lo merezcamos. La salvación, el perdón, la vida abundante, la vida eterna y mucho más...  No es por merecerlo; es por creerle. No es por lo que hagamos; es por gracia de Dios. La gracia es el favor inmerecido de Dios: no merecemos su favor, pero Él "nos lo regala".
 
El único "requisito" es la fe, creerle. Porque creer implica reconocer a Dios como tal y reconocer nuestra condición, nuestra necesidad de Él. No merecemos nada, pero, si le creemos, Él nos regala todo lo bueno. ¿Por qué? ¿Porque somos buenos? No. Porque ÉL ES BUENO.

No tenemos que ganarnos su amor: sólo recibirlo. No tenemos que ganarnos su perdón: sólo creer en Jesús; porque en Él tenemos el perdón de pecados. La única condición es arrepentirnos y dejar lo malo. 

No tenemos que ganarnos el Cielo; solamente creer que Jesús, el Hijo de Dios, es el Camino al Cielo. 

Creer en lo que Jesús hizo por cada uno de nosotros nos da el acceso a ese regalo: " a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios". 

Y vos, ¿ya lo recibiste?

viernes, 14 de abril de 2023

Caminatas

¡Amo las caminatas! El otoño invita a caminar por estas calles históricas, tan pintorescas. Cuántas generaciones pasearon por aquí, se sentaron a conversar o simplemente a observar la gente pasar... No puedo evitar pensar en ellos, si lo habrán disfrutado como yo, o pasarían enfrascados en sus propios problemas sin percatarse de la cálida belleza que envuelve la avenida.
 
Quien puede disfrutar las pequeñas cosas se acerca más rápido a la felicidad, sin duda. ¿Le importa a Dios que disfrutemos? ¡Por supuesto que sí! Él nos creó con la capacidad de disfrutar todo lo bueno y bello. Dios mismo, que nos alienta a alegrarnos en Él, seguramente mira con agrado a estos humanos "cazadores de momentos" que disfrutan ver Su obrar. A esos "descubridores de belleza camuflada en la rutina cotidiana". Dios nos comprende. Sabe que lo bueno y lo hermoso nos causan alegría. La bondad y la belleza nos hablan de Él.
 
Jesús vino a mostrarnos a Dios, al Dios verdadero en cuya presencia "hay plenitud de gozo". Es decir, ¡una alegría suprema y sin fin! La santidad y el gozo lo caracterizan. El amor es la palabra que mejor lo describe: "Dios es amor". 
 
Nos ama tanto que envió a su propio Hijo a rescatarnos de nuestra vana y vacía manera de vivir para que tengamos vida verdadera. Pero, es necesario creerle y arrepentirnos del pecado porque el pecado nos separa de Dios y de lo bueno. El pecado y la alegría no pueden estar juntos. 
 
¡Qué dicha tan grande es conocer a Dios y recibir tanto bien!  Si no lo conocés todavía, te invito a conocerlo. Disfrutarás, como nunca antes de la vida,  de todo lo bueno y todo lo bello. No porque estés exento de penurias, sino porque el Dios que nos ama tiene el poder de cambiar nuestro lamento en danza y las lágrimas, ¡en fuente de alegría!

viernes, 7 de abril de 2023

¡Está vivo!

Los amigos estaban atónitos y tristes. Perplejos y confundidos: no habían entendido. Él había sanado a miles, hecho milagros, liberado de demonios, resucitado muertos,... había vencido al enemigo y ahora... estaba muerto... Lo vieron sufrir en silencio sin defenderse, ¡Lo vieron morir! Al Enviado, al Cristo, al Hijo de Dios... a su Maestro.

Pasaron tres días, y el domingo de madrugada, las mujeres piadosas fueron a la tumba y encontraron que el cuerpo no estaba y la tumba estaba abierta. ¿Quién se llevó al Maestro?, pensaban desconsoladas. Pero, ángeles de Dios les recordaron la promesa de Jesús. Se olvidaron que les dijo que debía morir y resucitar al tercer día para traer perdón de pecados y salvación eterna. Se fueron a contarle a los demás. Aun así, algunos no creyeron hasta verlo con sus propios ojos. Vieron a Jesús resucitado, vivo, que les mostró la marca de los clavos en sus manos y sus pies y la herida de la lanza del soldado romano en el costado... "Soy yo mismo... miren...¿Tienen algo de comer?" les dijo, y comió con ellos... ¡mientras lo miraban comer llenos de alegría inexplicable! 

¡Él está vivo! ¡Jesús vive! Entregó su vida por nosotros y resucitó tres días después como lo había prometido. Impartió instrucciones a sus discípulos para llevar el mensaje por todo el mundo. En todas las generaciones proclamamos el mensaje de la buena noticia: Que Dios nos ama con amor eterno y envió a Jesús para rescatarnos. ¡Creyendo en Él somos hechos hijos de Dios!

Semana  Santa es el corolario de un plan maravilloso: Dios había previsto el rescate de la humanidad. ¡Quién podría salvarnos de nosotros mismos sino sólo Dios? La Biblia lo relata. Dios envió a su Hijo al mundo para darnos salvación, perdón y vida eterna. 

Y vos, ¿creés en Jesús?

Te invito a creer en Él... ¡Será la mejor decisión de tu vida! Dios perdonará todos tus pecados, te librará de toda culpa y te dará un nueva vida.

"La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6:23). 
 
"Mas a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12)

sábado, 1 de abril de 2023

Oscuridades

Mucha gente le teme a la oscuridad aun sin motivo aparente. Quizás porque la asociamos con lo malo, con peligros, "con gente mala", con "monstruos", con la muerte. El ser humano enfrenta mucha oscuridad, interior y exterior, en este tiempo de excesos y libertinaje que obnubila la mente y hasta quita las fuerzas. Paradójicamente, en este siglo en que se pone en tela de juicio la fe y el obrar de Dios, muchos caen presa de salidas oscuras, falsa espiritualidad y  adicciones. Se encuentran con problemas sin solución aparente, el estrés y las emociones salen fuera de cauce. Todo eso genera temores, hostilidad e incluso enfermedades. ¡Pero hay buenas noticias! 
 
La mejor noticia de todos los tiempos es que Jesús vino a rescatarnos del pecado.  No tenemos por qué andar en tinieblas y en temor. Esa luz que rechaza toda tiniebla y nos da victoria sobre nuestros miedos proviene solamente de Dios, se recibe por la fe, por creerle a Jesús. ¿Por qué Dios hace todo eso? ¡Porque Él nos ama como nadie, con amor eterno, incondicional! Somos su tesoro preciado y corona de la creación. Jesús, el Hijo de Dios, dijo: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas". Él es la Luz que vence las tinieblas.
 
El pecado dio lugar a las tinieblas y a la muerte porque trajo separación entre Dios y el hombre. Pero Él ha dispuesto todo para darnos una vida diferente, libre y realmente victoriosa, que no acaba en esta tierra sino que trasciende hasta la eternidad. Es gratuito, es un regalo de Dios que sólo requiere que lo creamos y lo aceptemos.

¿Todavía te abruma el temor? Nada puede impedir que seas libre de esos temores si creés en Jesús. Te invito a hablar con Él. Podés acercarte y hablarle... Él no rechaza a nadie que lo busque. Te escuchará, te ayudará, te recibirá con un abrazo y alegría, si tan sólo estás dispuesto a renunciar a la oscuridad del pecado. Comprobalo por vos mismo.