lunes, 31 de mayo de 2021

Dormir en la tormenta

Las tormentas eléctricas pueden ser aterradoras. El mar embravecido, intimidante. Pero, en las imágenes, a diferencia de la realidad, ese factor que amedrenta se transforma en belleza y arte.
Quienes se arriesgan en deportes extremos y quienes  desafían la naturaleza disfrutan de su osadía. En general, podría decir que la mayoría de los mortales preferimos vivir en calma y no con toda la adrenalina que generan esas situaciones. Con sosiego, tranquilidad, con quietud del alma y del corazón. 
La paz de Dios, la que Jesús nos da, es la que permanece inalterable en medio de toda circunstancia. Permanece en medio del bullicio, de los problemas o conflictos. Lo usual es que en momentos difíciles perdamos la alegría y aparezcan la preocupación, el insomnio. Humanamente, somos así y así nos suele pasar. Pero, podemos confiar en Jesús, que dijo: "Mi paz les dejo, mi paz les doy". Él es nuestra paz. Él tiene poder para calmar toda clase de tormenta, incluso las tormentas más difíciles que se levantan en nuestro interior.
En aquella tormenta en el mar de Galilea, Jesús dormía en el barco, con absoluta paz. Los discípulos, desesperados y despiertos, no podían entenderlo. Hasta que le hablaron. Él calmó la tormenta en un instante. 
Vos también podés acercarte a Jesús. Hablarle. No te quedes con insomnio y preocupado. No hay nada que Él no pueda hacer. Jesús vino a salvarnos. Vino a mostrarnos el camino al Padre, el camino al Cielo: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Podemos recibir esa calma que necesitamos. Cuando creemos en Jesús y le damos su lugar en nuestro corazón, su paz y su Persona se manifiestan a nosotros. Se hacen absolutamente reales.
 

Créditos:

Imagen: Rembrandt-"Christ in the Storm on the Lake of Galilee" 

miércoles, 26 de mayo de 2021

El remedio

Si alguien tuviera el remedio eficaz, efectivo y definitivo para librarnos de una pandemia, sería un crimen no compartirlo con la humanidad. Ciertamente. 

Pensaba en eso y recordé que muchas veces se nos cuestiona nuestro afán de hablar de Dios, de Jesús y de la Biblia. Simplemente, no se han dado cuenta de que el pecado y sus efectos constituyen una pandemia mayor en el corazón del hombre... y suele pasar desapercibida. El pecado es como una enfermedad espiritual que aleja de Dios y te sume en la desesperanza. Te ofrece placeres pasajeros para quitarte los mejores deleites que podés disfrutar aquí y por la eternidad. Pero, Dios mismo nos ha dado la salida: envió a Jesús para rescatarnos y liberarnos del poder del pecado y de la muerte. Sólo pide que reconozcamos que necesitamos ayuda, y confiemos en Él. 

Por eso, sería un crimen que, teniendo la solución para el pecado y sus consecuencias, no lo compartiéramos con la humanidad. 

Compartimos lo que hemos recibido de Dios: Jesús vino a darnos vida y vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16). 

Comprobalo por vos mismo.

sábado, 22 de mayo de 2021

Acciones

Tiempos en verdad difíciles. Mucha gente con el nerviosismo a flor de piel. Las situaciones que se viven predisponen a roces, a reacciones y acciones desesperadas. En esta parte del hemisferio, el invierno cercano ha suscitado alertas y alterado más los ánimos. El norte ya pasó por esto: otra etapa pandémica en invierno. Para muchos, el solo pensarlo significa una seria preocupación con varias aristas. Preocupan las relaciones porque se limitó al círculo familiar con el que se convive a diario. Preocupa la dificultad de contactarse con seres queridos, mayores, ancianos, que viven en otro lugar. Preocupa la salud psicológica de algunas personas, trastornos que se acentúan al permanecer en su casa. Preocupa la economía,  la disminución de ingresos por la actividad limitada. El avance de la pobreza, la inflación. Nos corresponde hacer nuestra parte. Acciones y oraciones.
 
La oración es la ayuda eficaz, la que siempre llegará oportuna incluso a lugares lejanos o inaccesibles para nosotros. Como cristianos, podemos hacer aún más: ayudar, orar, consolar, presentar a Jesús. Colaborar con la congregación, ayudar a familias carenciadas, asistir a los necesitados, colaborar con los microemprendimientos que han surgido, donar ropa, alimentos, hacer todo lo posible. Ante todo, ser compasivos, empáticos y orar por todos, incluso por las autoridades que deben tomar decisiones cruciales. Oremos, con fe, con fervor, con confianza, con persistencia, con detalle, y con esperanza. Dios oye las oraciones de sus hijos y responde. Demos gracias por cada respuesta. ¡Qué alegría da ver las respuestas de Dios!
 
Procuremos que muchos escuchen el mensaje de esperanza. Que sepan que Dios los ama, que pueden acudir a Él con confianza; que puedan creerle y recibir el regalo de la salvación. Podrán comprobar que Dios está a su lado, y que nunca estarán solos ni desamparados.  

sábado, 15 de mayo de 2021

Procesos

Este tiempo de pandemia ha sido, para muchos, sumamente difícil. Les ha resultado complicado vivir 24 horas en casa, "todos a la vez". Puede parecer risueño, pero, lamentablemente, sucede. Se dice que las crisis sacan lo mejor de nosotros o lo peor. Y así es, según cómo cuidemos nuestra vida interior, nuestro carácter y nuestras actitudes. Podemos sorprendernos de nosotros mismos, muy buenos y correctos: en algún momento afloran nuestras debilidades. Nos desesperamos, actuamos mal, surgen ásperas aristas del carácter que creíamos sanadas. Pero, no nos desanimemos. En verdad, mientras vivamos seremos obras en proceso, todavía imperfectos y falibles. Eso no constituye una excusa, sino la verdad que nos impulsa a progresar y no rendirnos en nuestro andar hacia la meta de ser mejores a diario. 
Nuestro ejemplo máximo es Jesús. Él nos perdona y nos socorre en el proceso, sin duda. Nos devuelve la alegría, pero debemos reconocer lo que necesitamos cambiar y que solos no podemos lograrlo. Y Él nos ayudará. Él lo hará. Es por Él que podremos decir que, en esta pandemia, se hizo visible lo mejor de nosotros, y no lo peor.
¿Conocés a Jesús? Me refiero a si tenés una relación personal y de amistad con Él. 
Él es real. La historia misma lo confirma. Vivió, murió por nosotros y resucitó para darnos una vida absolutamente nueva y una vida eterna. Por la fe en Él recibimos todo eso, y mucho más. Si querés conocerlo, hablale y Él te responderá. Perdonará tus pecados, te dará paz y un nuevo futuro. ¡Te lo aseguro!

domingo, 9 de mayo de 2021

El sello

Si miramos más allá de lo que vemos a diario, si nos detenemos a observar con atención (aunque sea desde una terraza en una ciudad ruidosa), descubriremos cosas que siempre estuvieron ahí. Hay detalles que esperan ser descubiertos. Lo verás. Siempre podemos encontrar algo nuevo y bello en lo cotidiano. Incluso en las personas.
En verdad me fascina ver que en todas las cosas creadas Dios ha dejado su sello como una firma. En lo ínfimo de la materia y en lo majestuoso. En mí y también en vos, y en cada uno. Las cosas creadas "nos dan evidencia" del Dios que las creó. Él dejó su sello en toda la creación para que no lo olvidemos. Dios nos creó para conocerlo. Por eso envió a Jesús.
Él vino para mostrarnos a Dios, para que volvamos a Él. Si lo buscás con el corazón, si creés en Él, lo vas a encontrar. 

Es como si el mundo entero nos quisiera gritar que Dios existe y que nos ama. Una flor, un niño, una montaña; un río o el océano mismo. Una tempestad o el sol; un copo de nieve o el cosmos infinito, nos hablan de Dios. Si nos asombra de tal manera lo creado, ¡cuánto más inefable será el Creador! 
"Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó..." (Romanos 1:20, NVI). Comprobalo por vos mismo.