domingo, 27 de diciembre de 2015

Amor inexplicable

Hay un amor inexplicable y maravilloso que nuestra mente no alcanza a comprender en toda su magnitud. Un amor que no termina, que nunca acabará. Un amor que no pone condiciones, que es infinito. Los humanos ponemos condiciones, a veces sin pensarlo: amamos fácilmente a los que nos aman. A quienes no nos aman, no tan fácil. Sin embargo, Dios nos ama como somos. Con nuestro carácter e incongruencias, con nuestras luchas y temores, con nuestras debilidades y maldades. Él no deja de amarnos. Desde antes de que naciéramos, ya nos amaba Dios con ese amor tan grande y verdadero. No nos pidió que fuéramos buenos para amarnos; no esperó a que cambiáramos de actitud y dejáramos de hacer el mal. Nos ama igual de tal manera. Y por su amor nos salva y nos transforma.

Aunque lo niegues y digas que Él no existe, te ama igual, esperando que decidas creerle. Aunque no le creas, Él te ama. Aunque pienses que no mereces ser amado, Él te ama igual. Aunque pienses que sos demasiado malo, Él te ama igual. Aunque te sientas culpable de tus errores y pecados, Él te ama igual. Dios te espera cada día. Espera que le creas, que confíes, que aceptes su amor para darte una vida nueva, para librarte de la culpa y del sinsentido; para librarte del temor y de la muerte.

¡Dios te ama tanto! Él quiere ser parte de tu vida desde hoy y para siempre.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16.

martes, 10 de noviembre de 2015

Que nada te esclavice

Nos hemos acostumbrado a lo inmediato, a lo instantáneo. Tanto que nos cuesta esperar unos segundos: una actualización en un dispositivo puede alterarnos, ¡cuando en realidad es cuestión de segundos! La velocidad a la que vivimos, el ritmo del día a día, puede parecernos muy bueno, y lo es en algunos aspectos. No obstante, en medio de lo vertiginoso pueden desaparecer muchos detalles valiosos, hermosos, y hasta imprescindibles.
 
Correr a casa después del trabajo puede parecer genial, pero, podemos perder algo hermoso: un instante de cielo, la puesta de sol, garabatos de nubes. Pequeños descansos que recrean el alma. En un momento podemos observar con calma la gente que pasa, considerar sus rostros, su andar y pensar en su humanidad. Tienen su propia historia y sus luchas. Quizás en un instante una oración silenciosa les bendiga. La necesidad nos pasa por al lado, a veces, y no la vemos.  Nos apuramos para ir a correr en otro lado con el mismo frenesí. ¡A menudo nos privamos de instantáneas maravillosas!
Levantar la mirada del “dispositivo” y mirar la vida que nos rodea, ¡es tan agradable! Cuando viajás a la universidad, cuando caminás por la calle, si mirás “afuera”, encontrás personas que viven, cada una con sus realidades específicas, gente cansada, gente feliz. La vida pasa, y todos parecemos demasiado ocupados, ¡y tal vez nos estamos perdiendo lo mejor! El Candy crash queda inmutable ante tu sonrisa, la pantalla de tu tablet también, pero podés cambiarle el día a un niño, a un anciano, o a una persona cargada de problemas, con solo sonreír.  La tecnología está genial, y ayuda mucho, pero no dejemos que nos domine y nos quite lo mejor que tenemos: nuestra capacidad de considerar al otro, de verlo como persona, de amar, de comprender y ayudar. En fin, nuestra humanidad. Es un desafío. Pero recordá que Jesús nos hizo libres. Vivamos en su libertad. ¡Disfrutémosla!
 
“Todo me está permitido, pero no todo es para mi bien. Todo me está permitido, pero no dejaré que nada me domine.” 2° Co. 6.12, NVI.

jueves, 15 de octubre de 2015

¡Buen día!

Un día nuevo. Nada es casualidad. La gente con la que te encontrás. Las circunstancias que vivís. El día a día. 
Nuestro Dios es el Señor de los tiempos, el que "gobierna nuestro tiempo", el que dirige la historia -la historia del mundo, y nuestra historia personal. Siempre que Él hace algo tiene un propósito de bien. Quizás pensemos, al comenzar el día, que será un día rutinario. Sin embargo, Dios lo prepara de antemano.
En medio de la rutina, Dios sigue bendiciendo nuestra vida. Hay un obra silencioso de Dios que no advertimos, pero que, al final, es evidente. Dios anhela bendecirnos siempre, hacernos bien. 
 
Dejá que Dios te sorprenda en tu vida diaria. Y sorprendete al descubrir lo sencillo que puede resultar ser feliz. 
Dios es amor. Dios que ama, que ríe y se alegra con sus hijos. El Dios Creador de todo lo que existe ha querido compartir nuestra vida, y aunque es el Todopoderoso, le encanta ser nuestro Padre del Cielo.
 
Verás que en un día que parecía "no prometer nada", Dios hace muchas cosas buenas, más allá de lo que podemos comprender. 
 
Vivamos con expectativa cada día, flamante, que nos regala nuestro Dios y compartamos su amor incomparable.

martes, 8 de septiembre de 2015

Temores

Los temores, a veces, aparecen cuándo menos lo esperamos y quieren afectar cualquier área de nuestra vida, pero, no estamos indefensos: La Biblia dice: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio” (2 Ti.1:7). Tenemos poder para controlar nuestros temores y nuestras emociones. No estamos a merced de ellos. Aunque abunden las circunstancias difíciles, recordemos quiénes somos. Somos hijos de Dios, protegidos por Dios, guiados y acompañados por Él todos los días. No estamos solos ni a la deriva, ni desamparados.
Él dijo: “Estoy con ustedes siempre” (Mt.28:20, NTV). Su amor nos protege y echa fuera el temor.
 
Resistamos al temor confiando en Dios, porque nadie es mayor que Él. Nadie es más fuerte. Nadie lo puede vencer. Digamos con confianza: "El Dios todopoderoso es mi defensa". Él dijo: “No temas; cree solamente.”  Que el temor no nos paralice ni detenga. No cedamos jamás al engaño del miedo. Somos fuerte en Dios. Acudamos a Él. Él es nuestra defensa y nuestro refugio. Su protección nos rodea.  El Dios que nos ama es nuestro Protector y nos libra de todo mal. Creamos en Él y en su Palabra: "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" Confiemos en que Él tiene el control de nuestra vida. Confiemos sin vueltas, como niños, y recuperemos la alegría recibiendo su paz.

domingo, 23 de agosto de 2015

Sin dramatismo

Algunas personalidades son más propensas que otras al dramatismo. Parecen percibir las situaciones magnificadas, aumentadas, aunque en realidad no sean tan difíciles. Las circunstancias de la vida, de por sí, nos provocan tensión y ansiedad. Pero es un buen hábito tratar de mantener la calma. No agregar dramatismo donde no lo hay. No poner tintes dramáticos donde realmente no los hay. Seguramente, alguna vez nos ocurrió porque no miramos de manera objetiva. Y nos desenfocamos. Veamos de la manera más objetivamente posible. "Limpiemos" nuestros ojos de toda distorsión para ver con claridad. Echemos mano del dominio propio. Pidamos sabiduría a Dios. Analicemos los factores y busquemos soluciones con ayuda de Dios. Ciertamente, a Él no le sorprende lo que a nosotros nos toma desprevenidos. 
Él está más que dispuesto a darnos la solución, y hacer del suceso un escalón para nuestro crecimiento. Es interesante comprobar que muchas de las cosas que nos pueden desestabilizar, se desvanecen cuando asumimos la actitud adecuada y no dejamos que "cunda el pánico".  Dios nos da dominio propio, estabilidad, paciencia y sabiduría. Pidámosle su ayuda. No nos desesperemos. Controlando el dramatismo... ¡seremos más felices!



domingo, 19 de julio de 2015

Empatía

¿Qué hay detrás de los enojos, las molestias, los rezongos, la tristeza y la amargura? Es una buena pregunta para tener en cuenta cuando nos ofenden, nos atropellan (verbal,  física o emocionalmente) sin causa alguna. Lo primero que puede surgir en nosotros es la reacción. Pero, ¿vale la pena que reaccione? ¿Qué lo lleva -o la lleva- a actuar de esa manera? Creo que muy pocas personas actuarían de esa forma sólo porque sí, “de pura maldad”, como suele decirse. El resto de los humanos generalmente actuamos basados en un motivo subyacente, sumado o no, a una “reacción en cadena” de otros tantos motivos que quizás no sean perceptibles para todos. Y lo único que vemos es el estallido externo.

Antes de reaccionar nos conviene deternos un instante que nos permite “tomar el control” de nosotros mismos y de la situación (y ser “proactivos”). Evita que devolvamos golpe por golpe, palabra por palabra. Permite la oportunidad de actuar con empatía. Podemos ponernos un momento en el lugar del otro, y pensar que realmente algo le ocurre, que no es visible, pero que lo está moviendo abruptamente a actuar de manera irreflexiva, indebida y descortés.

Si tomamos un momento para no ser “reactivos”, seguramente se nos pasará ese impulso inicial de “devolver” la palabra, el gesto o la actitud. ¡Eso ya es en sí mismo todo un triunfo! Y es muy probable que la otra persona se calme, al ver que no agredimos. Estaremos ayudándole a encontrar paz en medio de su propia dificultad. Por eso, antes de reaccionar instintivamente, tomemos un instante. Eso marcará una gran diferencia, y será un gran beneficio para nosotros y para los demás.

jueves, 18 de junio de 2015

Aunque el cielo no siempre es azul

Aunque el cielo no siempre es azul, ni las circunstancias son siempre como nos gustaría; aunque hay tormentas, dolores o angustias; aunque parezca que está "todo mal", hay esperanza. En la vida también hay cielos grises y oscuros como en nuestro clima. Dios ya lo sabe. Ya lo sabía incluso antes de que naciéramos. Sabía que afrontaríamso dificultades y que, muchas veces, no encontraríamos la salida. Por eso envió a su Hijo Jesús para que pudiéramos conocer el amor de Dios y ser transformados por la obra de su cruz. Dios ha prometido estar con nosotros en todo tiempo. Él es nuestra ayuda, nuestro socorro. "Tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos" (Mateo 28:20b), NTV).   
Que cada día podamos recordar esto: Nuestras circunstancias están bajo el control de Dios, en las manos de Dios. Todo es diferente cuando sabemos que Dios nos ama, cuando su amor nos sana y nos cuida. Las tormentas de la vida ya no nos asustan tanto. Todas las cosas se sujetan a Él. Él es nuestro escudo y nuestra fuerza. Nuestro refugio seguro y nuestra paz. ¡A no rendirse! Todas las tormentas se calman cuando nuestro Dios interviene. 
Podemos hablar con Dios confiadamente, porque por medio de Jesús tenemos acceso a Él. Si creemos en Él, si confiamos en su Palabra todo será distinto. Podemos concoer a Dios. Él disipa todo mal, toda tormenta,  y nos bendice:
 
"Señor, yo creo en vos. Creo que me amás como nadie más. Creo en Jesucristo tu Hijo, y que Él murió para que yo no tenga que morir lejos de vos. Perdoname todo lo malo que he sido y lo malo que he hecho. Me arrepiento y recibo a Jesús en mi corazón. Gracias por hacerme tu hijo y acompañarme para siempre".




viernes, 22 de mayo de 2015

Él es bueno

Una de las verdades más impactantes que he oído y comprobado: ¡Dios es bueno! Es tan trascendente que nos cuesta entenderla con el intelecto. Es tan poderosa que revoluciona nuestros propios conceptos. Él es bueno y ¡nos ama tanto! Nos cuesta imaginarlo: un amor grande, infinito y eterno. Dios es incomparable.  ¡Su bondad nos transforma! Él actúa con bondad, con misericordia y cuando acudimos a Él, nos da un nuevo corazón y una nueva vida. Confiar en Dios nos llena de alegría. Conocerlo y saber cómo nos cuida, disfrutar de ese favor de Dios, que no merecemos, nos colma de una dicha inexplicable. Dicha sólo conocida por quienes confian en este Dios Poderoso y fiel. 

No importa tu edad. Podés conocerlo y podés comprobar esta verdad maravillosa. La Biblia invita a todos: "Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian" (Salmo 34:8, NVI).  Probá y ve. Lo podés comprobar: ¡Dios es bueno! 

"Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí", dijo Jesús. Todo el que cree en Jesús, el Hijo de Dios, y lo recibe en su corazón reconociéndolo como Salvador y Señor, es hecho hijo de Dios y puede tener una relación y una comunicación diaria con Dios. Confiá en el Dios que nos ama. Probá y ve todas las bondades de Dios. Él conocer a Dios y poder ser su amigo, es posible, ¡y magnífico!

jueves, 16 de abril de 2015

Hay un lugar

Hay un lugar donde podemos descansar de todo cansancio, de todas las preocupaciones, de todo afán. Un lugar en que podés estar confiado, protegido y totalmente seguro. Desde ese lugar todas las cosas se ven diferentes: los grandes problemas se ven muy pequeños, y las preocupaciones importantes, ya no lo son tanto. Podemos ir allí en cualquier momento, a cualquier hora del día. Podemos quedarnos todo el tiempo que queramos. Y cuando salimos de ahí ya no somos los mismos: somos mejores personas, nuestros defectos no son tan marcados, nuestras debilidades no se sublevan tanto, tenemos paz, ¡y una alegría inusual!
Ahí el tiempo parece detenerse, tanto que salimos rejuvenecidos, con fuerzas renovadas y nueva creatividad. En ese lugar somos felices porque compartimos un tiempo especial con Aquella Persona que nos ama como nadie: nuestro Dios que nos ama con amor incondicional. Nuestro Dios y Padre.
 
¡Es un lugar magnífico y vivificante! Entonces, ¿por qué no vamos allí  más a menudo? ¿Permitimos que otras cosas nos distraigan? ¿Algo se interpone? Ese lugar. es el lugar donde oramos. El lugar donde estamos a solas con Dios. Donde podemos hablar de todo con confianza, y escuchar con mayor claridad  Su voz. Todos los días, dispongamos de tiempo para estar allí. Orando por nosotros y por otros, recibiendo de Dios. Observando, además, ¡cómo Él hace maravillas en respuesta!