sábado, 23 de diciembre de 2023

Conocerte

Él quiere que todos lo conozcan. Pero que lo conozcan de verdad. No es suficiente con leer su biografía o buscarlo en Google. Es necesario conocerlo de manera personal. Invitarlo a ser parte de nuestra vida, darle el lugar en el corazón, como se le da a un íntimo y querido amigo. Pasar tiempo y charlar; conocerlo cada día más. 
 
El Cielo es su Hogar. El lugar que nadie quiere dejar. El mejor lugar, ¡indescriptible! Lleno de felicidad eterna, de gloria y alegría. Lleno de amor, de paz, de luz, de vida... Y aun así Él se ausentó del Cielo por amor a nosotros para salvar -para siempre- a una humanidad perdida. 
 
Jesús, el Hijo de Dios, tuvo que ser forastero en este mundo que dista tanto de la maravilla del Cielo. Santo y sin pecado, Él dejó el Cielo para nacer en la tierra. Conoció las penurias y sufrimientos humanos y dio la salida para ponerles fin. Murió y resucitó para darnos una vida diferente y vida eterna. Un nuevo corazón y un nuevo destino.

El conocerlo de manera personal ¡cambia la vida! Nuestra existencia, la perspectiva, el sentido de la vida, el propósito, se vuelven claros y evidentes. Podemos entender y participar de sus planes, que son maravillosos y eternos... El conocer a Jesús y reconocerlo como Señor y Salvador encauza nuestros días dándoles ese propósito que no conocíamos todavía. 
 
Podemos conocer de verdad al Señor que nos ama, depositar nuestra confianza en Aquel que nos amó tanto que dio su vida para salvarnos. Podemos disfrutar de la amistad con Él y vivir la vida incomparable que Él nos regala.
 
En esta Navidad, te deseo que puedas conocer a Jesús de una manera especial. Será un antes y un después. Tu vida ya nunca será la misma. Y comprenderás sin lugar a dudas que decidirte a conocerlo ha sido la mejor decisión de toda tu vida.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Jesús

¿Por qué hablamos de Jesús? Porque Jesús no es un personaje de ficción ni un mito. Tampoco un mero profeta más de su época, ni un gurú... La historia registra su nacimiento, su vida, y todo lo que hizo. La arqueología -y otras ciencias modernas- comprueban con hechos la existencia de Jesús y su entorno histórico y socio-cultural. Hoy en día tenemos muchas fuentes que corroboran los hechos históricos de la vida de Jesús. De igual manera ratifican la veracidad de la Biblia que relata, no sólo la vida de Jesús y sus propósitos, sino su alcance en todas las generaciones.

Hablamos de Jesús porque éramos pecadores, inclinados al mal. Estábamos necesitados y perdidos. No podíamos acercarnos a Dios ni entrar al Cielo, nuestro Hogar, porque el pecado nos separó y nos alejó de nuestro Creador. Pero Dios, que nos ama, proveyó la ayuda que necesitábamos: envió a su Hijo, Jesús, para rescatarnos, limpiarnos del pecado y hacernos nuevas personas.  

Gracias a Jesús, ahora todos podemos ser libres de culpa, nuevas personas con un nuevo corazón y un nuevo rumbo. Todos tenemos la oportunidad de ser transformados, de ser mejores; de recibir la vida eterna. 

Jesús murió en la cruz por nosotros, y resucitó para salvarnos. ¿Volvió a vivir? Sí. Y la muerte no tiene poder sobre Él. Murió y volvió a vivir para que también nosotros podamos vivir para siempre, creyendo en Él.

Jesús vino para perdonar nuestro pecados para siempre. Para darnos entrada al Cielo. Para mostrarnos a Dios... Para mostrarnos el amor  y la bondad de Dios. Para que podamos ser hijos de Dios. Ahora podemos acercarnos a Dios con confianza y disfrutar de la amistad con Él. 

Sólo nos pide que le creamos, que nos arrepintamos de la maldad y lo recibamos: "A todos lo que le recibieron, a los que creen en su nombre (Jesús) les dio el derecho de ser hechos hijos de Dios".

¿Por qué hablamos de Jesús? Porque Él es el único camino al Cielo. Él es el Camino y la Verdad y la Vida. Él es el único mediador entre Dios y los hombres.

 

lunes, 2 de octubre de 2023

Mortales invencibles

Ser poseedores de una buena autoestima, seguridad y estabilidad emocional no debería ser obstáculo para reconocer que todos nos necesitamos. En ocasiones, caemos en un orgullo incipiente al creer que podemos valernos por nosotros mismos y resolverlo casi todo. Nos consideramos fuertes, independientes y libres al punto de prescindir hasta de la ayuda necesaria. En lo más profundo de nuestra mente está esa utopía de creernos invencibles en alguna manera. Y allí permanece, aunque la realidad se empeñe en mostrarnos lo contrario. Somos "simples mortales", que anhelan, quizás, ser superhéroes. Aun así,  nuestra alma (nuestra esencia de persona) sigue siendo inmortal. Y tal vez esa alma inmortal alimente el anhelo de ser invencibles.

Lo cierto es que fuimos creados inmortales, no pasibles de enfermar, experimentar dolor y menos aún morir. ¡La enfermedad y la muerte no estaban en los planes de Dios el Creador! El plan original de Dios era mucho mejor, por supuesto. Quizás por eso nos gusta tanto la ficción en que el hombre hace proezas heroicas e impensadas. No obstante, el primer hombre y la primera mujer eligieron vivir independientes de Dios ¡y arruinaron ese plan maravilloso de eterna salud, bienestar y vida!

 La supuesta libertad llevó a la muerte a toda la humanidad y dio cabida a innumerables males. La independencia de Dios, el darle la espalda, se convirtió en una sucesión de calamidades.

Pensar que podemos vivir lejos de Dios es nada más ni nada menos que desconocer la Persona de Dios. Si lo conociéramos, no querríamos separarnos de Él jamás. Porque Dios es amor. Porque Dios es bueno. Su gran amor proveyó la manera de pagar la deuda que el pecado nos dejó. Su bondad sin límites encontró la manera de librarnos de la muerte eterna. Dios envió a su Hijo único a rescatarnos ¡y  a transformar nuestra existencia y nuestro destino para siempre!

¿Ya conocés a Jesús? El Hijo de Dios, Quien dejó el Cielo para nacer en la tierra y poder darnos vida y reconciliarnos con Dios. Te invito a conocerlo, a darle la oportunidad de cambiar tu vida, porque Él no hará nada sin que se lo permitas voluntariamente. Él nos respeta y nos ama. Espera que aceptemos su llamado.

sábado, 30 de septiembre de 2023

No extrañarte

Afanados por lo inmediato quizás perdemos momentos irrepetibles. Cada vez resulta más evidente que la vorágine actual en que vivimos nos priva, si lo permitimos, de la belleza inusitada de momentos únicos. Forzados por obligaciones y responsabilidades tendemos a estar imbuidos y absortos en lo intrascendente.

Tiene suma importancia que nuestras obligaciones no sean causa del detrimento de nuestras relaciones. Si estamos tan ocupados que descuidamos un vínculo quizás debamos plantearnos realizar cambios. A nivel humano es importantísimo. En nuestra relación con Dios, es vital.

Nuestro Dios no es Alguien a quien debamos extrañar. Por el contrario, no dar lugar siquiera a esa posibilidad. Extrañamos a alguien cuando no estamos juntos, cuando estamos separados o no nos vemos con frecuencia. Dios es el centro y razón de nuestra vida. Nuestro Salvador, el Mejor Amigo, el confidente inmediato en la alegría y en la adversidad. Él es quien me lleva a procurar vivir continuamente en su presencia.  Nuestra cercanía debe ser continua, ininterrumpida.

Dios nos ama tanto que nos llama a vivir cada instante en su presencia, permitiendo que Él sea parte de todo nuestro vivir. Si lo hemos dejado de lado, pidamos su perdón y abracemos este vínculo trascendente que constituye el ser hijos amados de Dios.

"Dios mío y Señor, amigo fiel, ¡no quiero extrañarte! Quiero tenerte a mi lado en todo tiempo y que compartas mi vida. Quiero encontrarnos en oración todos los días, cuando vos quieras. Charlar de lo quieras, conversar y recibir de Vos esa amistad sin igual. Conocerte cada día más, parecerme a Vos cada día más, dejando esa mala manera de vivir que te entristece y viviendo como te gusta: de la mejor manera. Estás conmigo cada instante, pero miles de veces me ausenté de tu abrazo por llenarme de afanes y obligaciones...No quiero extrañarte, amado Jesús. Precioso Rey, que tu presencia sea mi mejor compañía para siempre!"

 

sábado, 23 de septiembre de 2023

1- Amados

 * Serie de cuatro artículos:
 
 👉  1-Amados   2-Separados   3-Rescatados   4-Aceptados

 
Somos amados desde antes de nacer. Somos observados y mimados desde antes de nacer. Dios el Creador es un Dios bueno, el dador de la vida. Nacemos por su voluntad y su designio, con propósitos específicos. No hay azar ni casualidad en eso. Al nacer transitamos la vida de diferentes maneras, ajenos quizás al Dios de amor que nos dio la vida, viviendo realidades distintas, pero bajo la mirada del Creador. Esta es una realidad irrefutable y eterna, que permanece inalterable. Sea que la aceptemos o no, permanece asequible para todo el que elija creer, vivirla y disfrutarla. La realidad más importante y trascendente para todos nosotros es que Dios existe y que Dios nos ama. 

Todo lo bueno proviene de Dios porque Él es Bueno. Tal es así, que dejó por escrito todas las cosas para que creamos, para que podamos conocerlo de una manera personal. La Biblia es el Libro que Dios nos dejó para todas las generaciones. En este Libro, que es la Palabra de Dios, encontramos esta inefable verdad: Dios es amor.

No sólo tiene amor; no sólo lo comparte; no sólo hace todo lo que hace movido por amor, sino que Él mismo ES amor. La esencia de su Persona es amor. Su característica más profunda es que Él es amor. Por supuesto, a nuestra mente es posible que le cueste entenderlo. Pero, así es Dios.

La Biblia nos relata quién es Dios, cómo nos creó, cómo creó todo, y su propósito para la vida de cada uno de nosotros. Nos cuenta cómo Jesús, su Hijo, vino para hacer posible que conozcamos a este Dios único y vivamos en amistad con Él.

Él nos creó para que podamos conocerlo y tener una relación personal con Él, y experimentar su amor y su paz. Él nos ofrece amor y vida eterna:

Pero, entonces, ¿por qué no todos conocen a Dios? ¿Por qué no todos creen en Él y no viven esa vida abundante que Dios prometió?

Porque hay algo que nos impide conocer a Dios personalmente: El pecado. La inclinación al mal, esa inclinación que existe en el corazón humano. Eso lleva a tener la tendencia a dudar de la existencia de Dios. Pero, hay algo más: Hay oportunidad... ¡Dios mismo proveyó la solución!



sábado, 16 de septiembre de 2023

2- Separados

Criaturas creadas buenas por un Dios bueno y perfecto. Eso éramos, pero, ¿qué pasó? Él nos hizo libres para decidir por nosotros mismos. Es que Dios nos ama y desea que podamos elegir( libremente) amarlo también. Los primeros seres humanos, usando esa libertad de elegir, eligieron ser independientes y dejar de lado a Dios, desobedeciendo y eligiendo el mal en vez del bien. El egoísmo, el orgullo, la desobediencia, la rebelión, la maldad separaron de Dios a la humanidad.

El mal pasó, entonces, a la vida humana contaminando todo y cortando la relación con Dios. La Biblia lo llama pecado. La relación original se quebró: ¡el mal nos separó del Dios bueno! Desde entonces, todos los seres humanos somos pecadores y estamos separados de Dios. 

El ser humano busca en ocasiones alcanzar a Dios por medio de sus propios esfuerzos, supuestos  méritos, buenas obras; recurriendo a filosofías o religiones, pero siempre falla en ese intento. Dios es santo, libre de toda maldad,  y perfecto. El hombre es pecador. Por tanto, hay una separación inevitable. La Biblia dice: “Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios...” y "La paga del pecado es muerte" (es decir, separación espiritual de Dios).

Por nosotros mismos no podíamos conocerlo y acceder a Él. Aún así, Dios, que nos ama, proveyó el medio para volver a Él. ¡Él se hizo cargo!  Dios envió a su Hijo, Jesús, a rescatarnos. 



sábado, 9 de septiembre de 2023

3- Rescatados

La historia humana es una historia de rescate. Perdidos en nuestra propia rebeldía e independencia, a merced del pecado y la maldad, andábamos sin rumbo y sin esperanza.  Pero el amor de Dios no se quedó inactivo: Dios preparó el rescate para salvarnos. ¿De qué manera podía ayudarnos Dios? Envió a su Hijo con una misión: " De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino tenga vida eterna". Jesús murió en la cruz por cada uno de nosotros, en nuestro lugar. Lo hizo porque nos ama. Pagó por nuestros pecados y resucitó, volvió a vivir, para ofrecernos perdón y una estrecha relación con Dios. Para rescatarnos. Por medio de Jesús somos libres de todo el mal en que nos metimos como humanidad. ¡Por medio de la fe en Jesús somos rescatados!
 
El pecado ya no tiene que separarnos de Dios: si creemos en Jesús, podemos comenzar a vivir en amistad con Dios. Él nos promete vida y vida eterna. Jesús dijo: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie puede llegar al Padre si no es por mí". Quizás muchas veces intentamos conocer a Dios sin lograrlo. Pero, Jesús nos dice: "Vengan a mí." 

Por la fe en Jesús, somos hechos hijos de Dios. Ya no somos simples criaturas; somos sus hijos muy amados y podemos relacionarnos personalmente con Él. Somos parte de la familia de Dios

.Por la fe, permitimos que Dios nos rescate, que Jesús nos salve de la muerte y anule esa separación de pecado. 

¿Creés que Jesús es el Hijo de Dios, que murió en la cruz y resucitó para darte perdón y una vida eterna?  Podés permitirle ser parte de tu vida. Más aún, que Él gobierne tu vida, porque Él sabe la mejor manera. Vos decidís, libremente. Al recibir a Jesús en tu corazón y en tu vida, Él transformará tu existencia y tu futuro para siempre.





sábado, 2 de septiembre de 2023

4- Aceptados

La aceptación es algo que nos atañe a todos. Nos preocupa, en tiempos de tanto bullying, que los niños aprendan a aceptarse unos a otros tal como son. Nadie quisiera sentirse rechazado. Sin duda, todos anhelamos ser aceptados, ya sea que seamos conscientes de ello o no. No fuimos creados para el rechazo, sino para la aceptación. Dios nos ama tal cual somos y nos da en Jesús la oportunidad de ser aceptados, de ser libres del mal y de conocer a Dios de una manera única. 
 
Él dice que "A todos los que lo recibieron (a Jesús), a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios." Por lo tanto, es indispensable que recibamos a Jesús reconociéndolo como nuestro Señor y Salvador. ¿Cómo lo recibimos? Por medio de la fe, creyendo. Así somos hechos hijos de Dios.

El recibir a Cristo significa creer y aceptarlo; volver a Dios, en arrepentimiento, confiando en Jesús. Él hará lo que promete: viene a nuestra vida y perdona nuestros pecados. Nos da la libertad para ser esa persona que Él quiere que seamos. Nos ayuda a conocerlo más y más. Hace posible vivir a diario con Él, en una relación personal que se va forjando en amistad en la medida que crecemos y obedecemos su palabra..

Podés recibir a Jesús por fe, ahora mismo. mediante la oración. La oración es simplemente hablar con Dios. Él ya te conoce y sabe todo de vos. Al hablar con Dios, Jesús entrará a tu vida, tal como lo prometió y te dará un nuevo corazón. Así comenzarás a percibir la paz que sólo Él puede dar. El siguiente es un ejemplo de cómo hablar con Él, pero podés usar tus propias palabras:

“Señor Jesús, yo creo en vos y en lo que hiciste por mí. Quiero conocerte y tener una relación personal con vos. Abro mi corazón y te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias por morir en la cruz por mí. Gracias por perdonarme y darme vida eterna. Acompañame y sé parte de mi vida para siempre. Gracias, Señor. Amén."

Dios nos acepta, nos hace bien y nos da vida eterna.




 


 

viernes, 25 de agosto de 2023

Lucha

Ciertamente, la rutina de este tiempo imprime una cuota extra de estrés. La multiplicidad de tareas y factores implicados pueden llegar a absorber nuestra fuerza y, de alguna manera se constituye en una lucha con la que debemos lidiar. El perseguir las metas puede volverse difícil y debemos "ponerle garra y ganas" mientras quitamos obstáculos y saltamos las vallas que se van presentando. El cansancio normal y lógico puede llevarnos al punto de pensar que es demasiado: eso también es estrés. En medio de ese fragor diario, necesitamos detenernos y reflexionar. Revisar el método, la estrategia, la manera, y los objetivos. Evaluar esa realidad que de pronto se vuelve estresante y pretende tomar el control.

Se requiere calma objetiva para separar lo real de lo aparente; para corregir, dejar, tomar, resolver o aplazar. Depende, en gran parte, de nuestra decisión. Corremos y caemos en la corriente, o nos detenemos y decidimos cuál será nuestro siguiente movimiento. La decisión es importante. Nosotros debemos determinar el ritmo. ¿Cómo queremos vivir? ¿Manejados por las circunstancias o decidiendo por nosotros mismos? Parece simple, pero no lo es. Requiere el ejercicio de nuestra voluntad y es imperativo. 

Nuestro andar no tiene por qué ser una continua lucha. Obtener logros requiere esfuerzo, trabajo y empeño, por supuesto que sí. Que debemos poner el mejor esfuerzo, incluso experimentar el cansancio, ciertamente que sí. Pero, hoy en día, evitar el estrés debería constituirse en la meta ineludible. 

No estamos solos. Si nos toca luchar, luchamos acompañados. En la prosecución de logros, también.  Hay un Dios. Un Dios único y verdadero, que nos mira y que está dispuesto a intervenir en nuestra vida, si se lo permitimos. Real y poderoso, así es el Dios que nos ama y nos cuida. No es ficción. Es realidad.

Con Él, "la lucha diaria" es un trayecto diferente, el estrés se aleja y el esfuerzo halla descanso en el propósito. Con Dios el vivir se torna en un proyecto constante de crecimiento. Hallamos paz y descanso incluso en medio de esas batallas inevitables. La vida es una aventura en que los obstáculos son victorias al final del día. Las metas se alcanzan con sudor, pero también con alegría, porque Dios está a nuestro lado.

En oración, es decir, en un charlar con Dios, lo podés comprobar. Él escucha a quien le habla desde el corazón.  Él te conoce, conoce tu vida, tus días, tu presente y tu futuro. Podés hablarle cuando quieras y donde quieras. Basta con hablarle, sinceramente, y Él  responderá y transformará toda tu existencia para siempre.

viernes, 18 de agosto de 2023

Excelencia

Algunos de nosotros podemos llegar a ser casi incansables y solemos actuar como "automatizados", en "piloto automático". Necesitamos pausas y nos gustan, pero aun así, podemos encontrar excusas con facilidad para evitarlas. Sin embargo, qué increíble sensación es desenchufarse de la hiperactividad y simplemente vivir, más libre de las presiones.

Trabajamos en pos de la excelencia y, en ocasiones, nos equivocamos al creer que el camino a la excelencia es el trabajo incesante motivado por el perfeccionismo. Al trabajo duro, sumémosle, además, sabiduría y perseverancia. Hay sabiduría en detenerse a tiempo, en evaluar y reconsiderar rumbos y estrategias. A menudo se nos hace difícil disminuir el ritmo, pero las pausas facilitan el proceso de análisis, la observación y aclaran el razonamiento a la hora de decidir. Ante todo, permiten que nos enfoquemos en lo que realmente importa.

La excelencia no es perfección. La perfección es utopía en esta tierra. La perfección es inalcanzable; mientras que la excelencia es "mi mayor logro". La excelencia implica dar el mejor esfuerzo, lo mejor que tengo en pos del mejor resultado asequible. De ahí que lo excelente no sea lograr la excelencia en sí, sino persistir en mejorar los logros y desarrollar nuestro potencial en un continuo crecimiento.

Quizás necesitemos examinarnos. Quizás en vez de procurar la excelencia (mi mayor esfuerzo) estamos siendo perfeccionistas  corriendo agotados tras una perfección imposible de alcanzar. 

Fuimos creados para amar y honrar la vida. No se nos exige una perfección que no podemos dar. Elegimos dar lo mejor de nosotros para que sea la excelencia (y no la "perfección") nuestra meta. A fin de cuentas, lo importante no es ser "perfecto"; lo importante es no sacrificar los vínculos y las relaciones en pos de una ilusión vana inalcanzable. 

Dios nos ama. Y envió a Jesús para rescatarnos de nuestra propia maldad y del orgullo. Él no nos pide la perfección sino que desarrollemos todo lo que nos dio en procura del bienestar de muchos.

viernes, 11 de agosto de 2023

Alegría

¿Serán tristes manías

Acuñadas

Ocultar la luz divina

Con fachadas?

El gozo te ilumina,

Alma...

Con esa luz tú brillas,

¡Calmas! 

 

¿Hay burbujeante dicha

Aún guardada

Que te invade de risa

La mirada?  

Sonríe y canta. No te rindas.

Por su gracia,

Ilumina con tu vida

Donde vayas...

 

¡Al Dios de la alegría,

Que te ama,

Le gusta compartirla!

Marejadas 

De su bondad bendita

Nos regala.

Y al mundo que suplica

La derrama.

 

Dios bendice con tu risa...

¡Su amor basta!


viernes, 4 de agosto de 2023

Preguntas

La facultad de la razón nos permite ejercer el raciocinio, examinar premisas, juicios y conceptos y elaborar nuevos, llegar a conclusiones en base a la lógica y la capacidad de distinguir una cosa de otra por medio del intelecto. Somos seres dotados de voluntad, emociones, intelecto y capacidad moral. Mortales y, a la vez, trascendentes. En continua búsqueda de nuevos horizontes y descubrimientos, curiosos y llenos de preguntas de toda índole. Todos, en determinado momento de la vida, nos haremos esas preguntas relevantes, inevitables y determinantes, que parecieran no tener respuesta, o al menos, no una respuesta simple o directa.
 
Las preguntas existenciales no se sacian con una mera consideración filosófica. Entre otras, ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Hay algo más que esta existencia? ¿Dios existe? ¿Cómo es? ... Hay quienes buscan con desesperación una respuesta; quienes sólo piensan en ello; y otros, que no saben dónde buscar.  Entonces, ¿adónde acudir?

La respuesta no está lejos ni escondida en ningún código encriptado. Todos pueden acceder a ella. No se requiere escalar montes ni tampoco ir a ningún lugar místico. Tampoco sacrificios ni ritos oscuros y extraños, ni visitar "gurúes" o "iluminados". Hay acceso libre para que todos, sin distinción alguna, puedan acceder a la verdad.

Es una cuestión tan importante que Dios mismo dejó las respuestas, por escrito para que no haya lugar a dudas. Se ocupó de que a través de los siglos su mensaje permanezca para las nuevas generaciones. Muchos quisieron destruirlo, quemar todos los pergaminos, códices y libros que contienen las palabras de Dios para la humanidad. Pero, Dios mismo protegió su mensaje para que llegue a cada generación que surge en la historia humana. Es imperativo que todos sepan que Dios existe, que es real y ha preparado nuestro futuro con detalle y con amor. Él nos dice que la respuesta es Jesús, porque al conocerlo hallamos en Él esas respuestas que anhelamos. La Biblia nos relata su historia, su obra y su vida sin fin.

Creer en Jesús sacia la necesidad vital del ser humano, lo encauza y alinea en el propósito y en los planes de Dios. Nos devela, además, nuestro glorioso y bendito destino con Él. Dios, con infinita bondad, ha hecho que sea fácil acceder Él para que todos puedan conocerlo y experimentar una vida diferente por la fe. 

¿Creés en Jesús?  Te animo a considerar con tu razón y tus capacidades intelectuales, con tu mente y tu voluntad, toda la evidencia que confirma su obra y la verdad de Dios. La evidencia es abrumadora. No hay lugar para la duda.

"De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino tenga vida eterna".

 "Yo soy el camino, la verdad y la vida", dijo Jesús. "El que cree en mí, tiene vida eterna". "Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia". "No temas; cree solamente".


jueves, 27 de julio de 2023

Incansables

Un comportamiento básico, lógico, y que necesita un recordatorio: "No se cansen de hacer el bien". Necesitamos recordar que el hacer el bien es, -debe ser-, parte de nuestra existencia y propósito. No hay otra opción, aunque lo parezca. Todos nos consideramos buenos, pero solemos reaccionar diferente. Podríamos incluso justificarnos: no todos hacen lo bueno, ejercer el dominio propio puede resultar "agotador", simplemente "reacciono", ¡al que hace mal, parece que le va bien de todos modos!... Y muchas excusas más. Pero, no fuimos creados para hacer el mal. Por el contrario, fuimos creados para el bien, para amar. Como cristianos, somos hijos de un Padre bueno cuyo amor nos capacita para amar a los demás como a nosotros mismos. Y, aunque no siempre podamos evitar las reacciones, sí podemos evitar ser parte del círculo vicioso de "pagar mal por mal". "El amor no hace mal al prójimo".

Quizás pueda parecer un concepto trillado, teórico, "arcaico", pero lo cierto es que la práctica de este principio (que no es otra cosa que obedecer las instrucciones de Dios), es posible, necesaria y de suma importancia. No significa que no podamos sentirnos cansados o hastiados en algún momento. Significa que, cuando ese momento llegue, podemos decidir conforme a lo que agrada a Dios, y no conforme a nuestra percepción de la situación, que a menudo podría ser bastante egoísta.  

El mismo Dios que nos recuerda que hagamos el bien, es el que nos capacita para hacerlo. Él sabe que a veces nos resulta difícil, que a veces simplemente no tenemos ganas o no nos surge devolver con bien a quien nos hace mal. Pero, ¿cómo podríamos mostrarle la luz si caminamos en la misma oscuridad? La actitud correcta, el no usar de "derecho a la venganza", o "darle de su propia medicina", es luz que disipa las mentiras de que no hay amor y de que todo está perdido.

El cansancio es pasajero; el resultado de hacer lo bueno siempre tendrá una trascendencia eterna. Que podamos recordarlo y animarnos para no transigir jamás.

sábado, 22 de julio de 2023

Risas

Por siglos se ha encasillado a la imagen de Dios en una expresión del todo irreal y ficticia. De alguna manera, la relación llena de alegría y respeto que compartían los primeros cristianos con Jesús, el Maestro, fue reemplazada en muchas instituciones religiosas por una actitud de tristeza y miedo. Por alguna razón, en el camino histórico, se interpretó que la triste solemnidad de un rito vacío en un clima austero, simboliza respeto. Pero el respeto y la reverencia cristiana hacia a Dios, surgen del amor y la gratitud; no del miedo. El miedo y el amor no van juntos. Tenemos gratitud por lo que Dios hizo y hace por nosotros. Lo amamos porque Él nos amó primero, desde antes que naciéramos. Lo amamos por Quién es Él.  
 
Donde hay amor y gratitud hay un consecuente respeto y reverencia. Y ¡también hay gozo! Es inevitable. Por lo tanto, no es necesario silenciar el regocijo de conocer a Dios. Porque  "el perfecto amor echa fuera el temor", cuando nos sabemos amados y aceptados por Dios como hijos, su amor perfecto nos libera del temor y podemos servirle con alegría.

¿Acaso a Dios le molesta la risa, la paz de la dicha? Por supuesto que no. Iría contra su propia naturaleza, ¡ya que "en su presencia hay plenitud de gozo"! Podría decirse que Él está "rodeado de gozo", y no un gozo superficial y pasajero: un gozo pleno y absoluto, sin pizca de tristeza. La santidad de Dios no le impide estar rodeado de gozo; por el contrario, donde hay santidad y pureza hay gozo verdadero.

Ciertamente, Jesús, mostró el carácter y la Persona de Dios. Él, el Hijo de Dios, que vino a la tierra para salvarnos y mostrarnos cómo es Dios, dijo: "El que me ha visto a mí ha visto al Padre". Hasta los niños lo seguían, lo amaban y querían estar con Él. ¿Sería posible que los niños quisieran estar con alguien hosco, triste y que infunde miedo? Por supuesto que no. ¡Que podamos amar a Dios como los niños! Con reverencia y respeto, con ternura y alegría porque eso le agrada, porque esa es su voluntad.  

Incluso en medio de las situaciones difíciles, la Biblia nos anima a alegrarnos en Dios cada día: "Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!" Y, además: "Sirvan al Señor con alegría; vengan ante su presencia con regocijo". Y nos dice, además, que el gozo del Señor es nuestra fuerza.

 

«Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del Espíritu Santo.» (Romanos 15:13, NTV)

 

lunes, 17 de julio de 2023

Seguridad

Tú eres mi refugio,

Mi defensa, mi descanso.

No existen artilugios

Ni temores. A tu lado

Sólo hay seguridad.

 

Tú calmas ansiedades,

Tormentas interiores,

Huracanes...

Rugientes, los ciclones

Se calman ante Ti.


Las luchas y las crisis

Doblegas con tu voz.

Si tan sólo lo dices,

Ordenas todo, Dios, 

Con tu Palabra.

 

Así trajiste calma,

La vida y salvación.

¡Es que tu amor nos salva!

Jesús nos redimió

Muriendo en esa cruz... 


Y al resucitar

Abrió un camino al Cielo

Para poder estar

Con nuestro Dios tan bueno

¡Toda la eternidad!

 

Nada puede quitarnos

Esa seguridad

De sabernos amados,

Y vivir de verdad.

Acompañados siempre,

En calma o tempestad,

Por el Dios que no miente.

 El que venció a la muerte

¡El que siempre estará!


martes, 11 de julio de 2023

"Haters"

La libertad de expresión nos deja ver matices interesantes de la conducta humana. En este siglo, el ejercicio del derecho a la libre expresión a veces suele acercarse al  "libertinaje expresivo" carente de límites. Podemos observarlo en los medios de comunicación, en la prensa escrita, en las redes sociales y en las aplicaciones de mensajería, y es evidente con el surgimiento de "haters". Se denomina así a quienes, usan su libertad para criticar, difamar, manifestar odio hacia algo o alguien en un ataque verbal, especialmente en redes sociales, con lenguaje inapropiado, denigrante o soez. A los debates que generan esos disparadores de críticas incluso se los considera como una "estrategia de marketing" y un captador de atención que atrae seguidores y amplía la difusión. 
 
Al expresarnos transmitimos más de lo que creemos transmitir, ya sea lenguaje oral, escrito o gráfico. Por tanto, el desafío de este tiempo consiste, además, en no caer en esas tendencias y estrategias que, en realidad, son contrarias a los principios más básicos.
 
Si somos consecuentes con nuestras convicciones consideraremos la necesidad de evitar ese tipo de violencia virtual. Ir contra la corriente supone también no entrar en esa corriente en que "todo vale". De modo que, si nuestros "valores" nos permiten actuar como "haters" deberíamos revisar dichos "valores". Si nuestra conducta moral es permisiva como para denigrar a otros, deberíamos rever esa "moralidad". 
 
Como cristianos, aún más. Somos llamados a mostrar por medio de hechos y de manera práctica el amor de Dios. A amar no sólo a quienes nos aman, sino también a nuestros enemigos.

Dios nos ha dado un mensaje de libertad, de victoria, de integridad, que es, ante todo, un mensaje de Amor.  El amor de Dios salva y transforma corazones para no ser gobernados por el mal, el odio y las emociones negativas y nos capacita para actuar en el poder de ese amor único. ¡Ese es el mensaje más poderoso de todos los tiempos!
 
 "Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo." (Mateo 5:44-45, La Biblia.)
 
 
 
 
 
 
 
Foto: Pixbay
Vía Fundéu RAE