lunes, 1 de julio de 2019

Imperfectos

No somos perfectos. Absolutamente obvio. Una realidad visible imposible de ocultar. Pero el mundo no necesita la perfección que no tenemos. Nuestra transparencia y sinceridad, nuestro compromiso, nuestras aptitudes, aun en medio de nuestra imperfección, son mucho más importantes que esa "carencia" que compartimos con todos los mortales. No lo dudes. Nadie puede exigir la perfección inalcanzable. No lo hagamos tampoco nosotros. Seamos veraces, sin doblez, genuinos. Con un equilibrio delicado que nos libra del orgullo y la soberbia y también de la minusvalía. Somos personas en continuo proceso de perfeccionamiento. ¡Dios nos ama, gente! Nos ama tal cual somos. Permitamos que nuestra vida misma cuente que Dios nos ama así como somos, pero está empeñado en transformarnos para que seamos mejores. Quiere ayudarnos a ser lo que Él soñó para nosotros, rumbo a la perfección, aunque imperfectos todavía. 
Podemos ser personas empáticas, compasivas, genuinas, que se identifiquen con los demás. Ante todo, y sobre todo, con quienes no conocen otra vida que “el estar lejos de Dios”. No es necesario ser perfectos: es suficiente con ser un hijo de Dios, creyendo en Jesús. Sabernos amados y aceptados por Dios es lo que hace la diferencia.
Seamos "imperfectos que ejercitan activamente la empatía y la compasión". Imperfectos que priorizan el bendecir, el "bien decir"  y hacen lo bueno. Hombres y mujeres "en proceso de metamorfosis" hacia una perfección absoluta asequible en el Cielo. ¿Cómo no amar a este Dios que nos ama tanto? Vivamos con alegría y esperanza mientras caminamos “hacia la perfección”. 
Reflejemos el amor y la gracia de Dios durante el trayecto. Mostrarnos tal como somos (“así, en proceso") puede salvar vidas, y, sin duda, ¡también nos hará más felices!