jueves, 1 de octubre de 2020

Hermosamente original

La belleza es tan subjetiva como la diversidad de formas en que se manifiesta ante nosotros.
Los seres humanos creamos parámetros por los que evaluamos y decidimos. Se aplican tanto para las manifestaciones artísticas, como para la belleza, para la inteligencia o para las conductas. Cada cultura posee sus propios parámetros y variables y su propia idiosincrasia.
Los factores histórico-socio-culturales hacen su aporte a la hora de hablar de belleza. Estos determinan de manera específica lo que se considera bello en un determinado tiempo, lugar y contexto. Lo que consideramos hermoso aquí y ahora, podría no serlo en otro contexto, en otro lugar o tiempo.
Constituye una cuestión subjetiva, que, por lo tanto, se manifiesta voluble, diversa e inconstante. Sin embargo, la Biblia dice que Dios "Todo lo hizo hermoso" y, refiriéndose a la Creación, "vio Dios todo lo que había hecho, y ... era bueno en gran manera. (Gn.1:31).  
 
Por cierto, cada uno puede tener sus propios criterios respecto de lo que considera bello, ya que, al ser subjetiva, la belleza es, como el arte, "una expresión del alma de aquello que percibe".
La belleza que Dios nos regaló se manifiesta espontáneamente a través de nosotros. No tiene tanto que ver con los parámetros de moda, sino con lo que realmente somos. No tiene tanto que ver con una manera predeterminada de ver el mundo, sino con dejar que Dios nos muestre la genuina belleza de lo auténtico. 
No se trata de la piel, el color del cabello, la raza, la posición social o los kilos de peso. Dios nos dejó bien en claro que hay infinitud de formas en que se manifiesta la hermosura. Somos libres para desarrollarnos plenamente, como mujeres y hombres que crecemos día a día. Hermosamente originales, como Dios nos creó. Inmensamente valiosos.
 
El Creador quien imprime en nosotros la belleza, nos "hermosea" con su salvación. Él nos creó con una belleza única, tan única como las huellas digitales. Nunca nos comparemos con otros. Las obras "originales" nunca pueden compararse, justamente porque son únicas. La moda, la cultura, pueden condicionarnos solo hasta cierto punto, si lo permitimos. Pero, recordemos siempre, que la belleza no depende tanto de lo externo, de adornos o accesorios; estos solamente sirve para resaltarla, no para originarla.         
No hay nada tan bello como el ser vos, en Dios, creciendo en la hermosura propia. Una obra magnífica que muestra la belleza implícita en el diseño original de Dios, nuestro Creador. 





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