miércoles, 7 de diciembre de 2016

Semejantes

Se acerca fin de año y empezamos a hacer balances, en todo sentido y en muchas áreas. Solemos evaluar nuestras metas alcanzadas, los proyectos cumplidos. Sin embargo, es importante evaluar nuestra vida interior, espiritual, trascendente. Examinarnos con una instrospección sincera. Anhelamos ser mejores personas; más semejantes a Jesús. ¡Esa es la meta ineludible y proseguimos! 

Queremos ser más como Vos, Señor. Más semejante a Vos. Al menos, imitar tu corazón inigualable, tu ternura, tu compasión. Tener la sonrisa espontánea. Dar los abrazos que sanan. Tener las palabras justas. Tener el amor que rebosa y salpica; ese amor que echa fuera el temor.  Ese amor de Dios que ahuyenta hasta miedos ajenos. Amor que acepta. Que recibe y transforma. Amor que redime y da vida. Es una meta que no acaba acá en esta tierra; lo sé. Pero, al menos, un poco más cada día, quiero parecerme más a Vos.

Cuando vemos la realidad que nos rodea, muchos deseamos ser más como Vos, para poder llevar vida, alivio, salud y paz. Para mitigar dolores y cambiar circunstancias. Para que todos sepan que hay salida.

En este último mes del año, quiero ver lo que todavía tengo que cambiar. Ayudame, Señor, con ese cambio interno que solamente Vos podés hacer. El mundo te necesita. Nosotros, tu Iglesia, te necesitamos. Porque parte de nuestra misión es, también, ser más como Vos, para que muchos puedan conocerte. Ayudanos ser apasionados por crecer continuamente, por vivir con Vos y para Vos. Amando, viviendo conforme a tu Palabra, haciendo tu voluntad. Valdrá la pena todo lo vivido, si al final del año te conocemos más, ¡y nos parecemos más! 

lunes, 14 de noviembre de 2016

La bondad de ustedes

¿Alguna vez pensaste en lo hermoso que es ser bueno? La bondad y la hermosura van juntas. Porque la bondad embellece el alma pero también el rostro, la persona. Es una hermosura que no está sujeta a estándares humanos ni se limita a raza, estrato social ni a ninguna condición preestablecida. Hay una belleza implícita, inherente a la bondad. Lo bueno es hermoso. Y lo es con una hermosura que trasciende lo físico y lo material. Lo bueno proviene de Dios. 

Dios nos dice, en la Biblia, que seamos bondadosos, que hagamos el bien. ¡Porque Él es así!
"Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres". Así lo dice la versión LBLA (La Biblia de las Américas). Nos pide que seamos bondadosos, pero también que nuestra bondad sea evidente a todos.
¿Será que quiere que nos enorgullezcamos mostrando lo bueno que somos"? No. Todo lo bueno viene de Dios. Cuando la bondad es evidente en nosotros simplemente estamos mostrando que no es nuestra; ¡que Dios existe y esa bondad es suya!

Hagamos el bien. Cuando lo hacemos, recibimos de Dios el regalo del gozo y la alegría.


lunes, 17 de octubre de 2016

Corazón nuevo

Todos sabemos lo que significa plenamente la frase: “¿Por qué no me callé?”  Esa frustración de haber dicho lo que no debíamos es bien conocida por todo ser humano. ¿Qué hacer para frenar ese impulso de hablar cuando no debemos? La respuesta es: Pedir ayuda a Dios. Porque la Biblia dice que ningún hombre puede "domar la lengua" (Stg. 3:8). Para tener dominio sobre la propia lengua tenemos que permitir que Dios mismo la domine por el accionar de su Espíritu que vive en nosotros.
 
Dios es bueno, y no sólo nos promete su ayuda sino también un nuevo corazón, ¡de manera que las palabras también cambien! Lo que hablamos procede del corazón. Un corazón transformado producirá un “hablar transformado”. ¡Hay esperanza para nosotros! El problema no reside tanto en la lengua misma, sino en nuestro corazón, porque “de la abundancia del corazón habla la boca”.  Pidamos a Dios que nos dé un corazón nuevo, cada día más transformado, para que nuestras  palabras edifiquen en vez de destruir; bendigan y no maldigan.  ¡ Dios nos ayudará! Él lo hará.
 
Dice la Biblia: “La lengua de los sabios es medicina” (Pr. 12:18b). Solamente Dios puede darnos una lengua sabia. Él es el único que puede darnos un nuevo corazón que producirá un nuevo hablar y una vida nueva. ¡Qué maravilloso es saber que nuestras palabras pueden ser una medicina que sane a otros, que ayude, que consuele, que aliente! No lo dudemos. Pidamos a Dios todos los días: “Dame un corazón limpio”. ¡A Él le encanta responder esas oraciones! y juntamente con eso nos dará sabiduría y prudencia.     

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Descanso

Las exigencias diarias pueden llegar a abrumarnos. La sociedad actual nos mueve a un ritmo más que frenético y lo asumimos como normal. Qué bien nos hace recordar las palabras de Jesús que nos invitan a detenernos y pasar tiempo con Él. Seguramente, lo primero que nos viene a la mente es lo difícil que se nos hace, que no tenemos tiempo. Pero no siempre es necesario "dormir menos" para orar; a veces es cuestión de ordenar los tiempos y establecer las prioridades. Tal vez tengamos que esforzarnos en aprovechar mejor el tiempo y colocar como prioridad el pasar tiempo con Dios.
Me encanta recordar que la oración no es un mero "capricho de Dios". La oración nos frena esa rutina imparable de actividades y da lugar a que Dios "haga" en nosotros esa transformación interior que necesitamos. La oración también es entregar tiempo, nuestra vida, a Dios para permitirle su intervención. Y al hacerlo Él nos da descanso.

¿Has pensado, como yo muchas veces, que necesitás que Dios transforme tu vida de manera urgente? ¿Has pensado que no sabés cómo seguir adelante si Dios no hace algo en vos primero?  Dios lo sabe y está esperando que vayamos a Él, simplemente, en oración. Es un desafío tan importante que vale la pena considerarlo como tal.

Si es necesario, empecemos de a poco, quizás con unos minutos, y si anhelamos su presencia, Él hará lo que te parece imposible: tener tiempo a diario con Dios. Aceptemos el desafío. Descubriremos maravillas y sobre todo esa dicha incomparable de experimentar la compañía de nuestro Dios en todo momento. No solo tendremos descanso sino satisfacción para el alma, paz, nuevas fuerzas y un gozo renovado.

 "Dijo Jesús: Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.  Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma." Mateo 11: 28-29, NTV.

lunes, 15 de agosto de 2016

Último recurso

Qué bueno es ese tiempo de la sonrisa fácil. Cuando todo lo que podemos vivir resulta en una gran satisfacción, sin importar si es difícil, o representa un sacrificio. Pero, reconozcámoslo. no siempre es así. Hay momentos en que la sonrisa se desdibuja, se borra, desaparece. Aunque intentemos mantenerla, el corazón se quiebra, y duele tanto que quiebra también el alma. Momentos difíciles. No los podemos evitar. Es en esos momentos, especialmente, en que Dios nos invita a buscarlo, a sentarnos en su presencia, a solas, a acudir a Él.

"... confía en Dios en todo momento; dile lo que hay en tu corazón, porque él es nuestro refugio." (Sal.62:8, NTV). 

No hay nada que Él no sepa, ni nada que Él no pueda hacer. No hay nada imposible para Dios. Y, lo que es muy importante: Él quiere ayudarnos, quiere hacerlo, hacer realidad lo que a nosotros nos parece imposible. A veces los momentos difíciles son simplemente una llamada de Dios, para que nos acerquemos más, para que confiemos más en Él, para que le contemos todo lo que nos pasa, ¡para que le demos a Él una oportunidad para ayudarnos! Dios siempre está listo para ayudarnos y enseñarnos todas las cosas.
 
A menudo optamos por agotar todos nuestros recursos, y recién cuando nos vemos sin salida acudimos a Dios. ¡Que el Señor no sea nuestro "último recurso"! ¿No sería mejor buscar su ayuda primeramente? ¿Y evitarnos agotamiento y el pesar? Ciertamente sí. Cuando las cosas que vivimos nos quiten la sonrisa, no corramos de aquí para allá. Hablemos a solas con Dios, pidamos su ayuda, su consejo, su sabiduría, su fuerza, su abrazo. Dios ha prometido victoria, paz, y gozo a todo aquel que le busca con un corazón rendido ante Su amor.

miércoles, 20 de julio de 2016

Estoy con vos

A los seres humanos nos gusta la compañía. Somos “necesitados de compañía". Sentirnos acompañados es esencial para nuestro desarrollo, nuestro desenvolvimiento y nuestra vida. Es algo innato. Nadie quiere estar realmente solo. Quienes en algún momento de su vida tienen que estar solos, buscarán la manera de estar con personas con las cuales interactuar: familiares, amigos, compañeros de trabajo o de estudio, amigos del club, etc. 
No nos gusta demasiado la soledad. Cuando hablamos de soledad, no nos referimos a esa “soledad” que buscamos para meditar, estudiar, escribir, disfrutar de algún pasatiempo, o simplemente descansar. Hablamos de esa soledad que implica una influencia negativa en la vida, ese sentimiento que roba la fuerza y la alegría. Eso que hace sentirse aislado y abandonado; encerrado y triste. Nadie quiere eso. Porque fuimos creados para tener compañerismo unos con otros, para interrelacionarnos y para compartir. 
 
Dios, nuestro Creador, lo sabe. Él es el creador del matrimonio, la familia, la amistad y las relaciones interpersonales. Por eso nos llama a vivir en familia, en comunidad, y nos promete Su presencia con nosotros. “Yo estoy con ustedes todos los días”, dijo Jesús. De modo que incluso las personas que viven solas pueden sentirse en compañía. Jesús está con nosotros. É'l está con vos, allí donde estás, en este mismo momento. Cada día, en cada momento, y en todo lugar Él te acompaña.
No dejes que la soledad te ataque y te quite la alegría. Si en este tiempo te toca estar solo, por la razón que sea, lejos de tu familia o de amigos, no te desalientes. Jesús dijo “Estoy con ustedes”. Hacelo personal. Él dijo: “Estoy con vos.” Así que disfrutá continuamente esa verdad: Jesús está con vos.

Podés ser compañía para otros, y descubrir amigos nuevos con quienes compartir  lo que Dios te ha dado: el amor que sobrepasa todo entendimiento, incondicional y eterno.
No corras solo la carrera de la vida: otros necesitan también de tu compañía. ¡Y será más divertido!

lunes, 27 de junio de 2016

¿Buenos o malos?

¿Te has dado cuenta de que hay personas que piensan que son muy buenas y, otras, que son muy malas? Parece una paradoja. Lo cierto es que la Biblia dice que “No hay bueno, ni aun uno” ¿Entonces?
Es interesante notar que todos los seres humanos tenemos virtudes y defectos, incluso la gente que pudiera decir “Yo soy muy malo” (¡en ese caso, la virtud podría ser la sinceridad!). La Biblia dice que Dios hizo al hombre (al género humano) a Su imagen y semejanza. Aunque el hombre se desvió del plan original de Dios, pecó y permitió que el mal lo afectara, todavía hay “cosas” en el corazón humano que nos recuerdan que fuimos creados por nuestro Dios que es Bueno y Perfecto. 
 
Cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón, Dios nos da un nuevo corazón, una nueva naturaleza, la naturaleza de Dios. Somos transformados cada día más y más conforme a Su imagen. “El amor de Dios ha sido derramado” en nuestros corazones “por su Espíritu Santo”, nos dice la Biblia.
 
Estamos inmersos en un mundo donde hay maldad. La naturaleza humana egoísta busca salirse con la suya y se inclina al mal. Pero, sin embargo hay una gloriosa e irrefutable verdad: los hijos de Dios, tenemos la ayuda del Espíritu Santo para buscar lo bueno, hacer lo bueno, practicar el bien, amar. El apóstol Pablo dice “que cada uno piense de sí con cordura” (Romanos 12:3). Y: “ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co.6:11, NVI).
Pensemos, entonces, “con cordura”: Si somos hijos de Dios, no debemos condenarnos con pensamientos negativos y mentiras creyendo que “somos malos”. Somos hijos del Dios Bueno, que nos ama y nos hace crecer más como Él cada día. 
Tampoco nos creamos mejores que los demás. Podemos tener el equilibrio de sabernos “pecadores redimidos”: “gente inclinada al mal pero rescatada por Dios y transformada, hechos hijos de Dios para ser más como Él”.

lunes, 2 de mayo de 2016

Todo estará bien

Una de las mayores preocupaciones del ser humano, es el futuro, el mañana. Sin embargo, Dios nos dice: “No se preocupen por el día de mañana”. Dios es nuestro Padre, el Padre Perfecto, y prometió cuidar de nosotros. En sus manos están nuestros tiempos, nuestros días, nuestra vida. Sabemos que Dios es amor y nos ama con amor eterno… ¿por qué no confiar, entonces, que nuestra vida está segura en sus manos?  

La ansiedad nos asalta y nos apresa. Nos turba y nos altera de modo que no nos permite disfrutar el hoy. Pero si consideramos las palabras que Dios nos ha dicho, podemos descansar, dejar toda preocupación en Él y vivir mejor. 

Vivir confiando en Dios es la mejor manera de vivir.
 
Dios también dijo: “Oren sin cesar”. Y, además, nos animó a pedir en oración todo lo que necesitemos; a contarle todo lo que nos pasa y confiar en que Él oye y Él hará lo que sea necesario, y más. Oremos, hablemos con Dios. Conversemos sobre nuestra vida y nuestra necesidad, sobre nuestros seres queridos, sobre lo que nos preocupa, y confiemos como un niño confía en su papá que no falla. Nuestro Dios dijo: “No temas. Todo estará bien”. Entonces, “Todo estará bien”.

La fe (la confianza) agrada a Dios. Confiá, confiemos, sencilla y sinceramente. Y veremos que todo, absolutamente todo estará bien, sin importar las crisis, los problemas o dificultades que puedan surgir. Sin importar las situaciones individuales, nacionales o mundiales. porque Dios es soberano y Todopoderoso y Él sigue en control. Ánimo. Confiá y no lo dudes: ¡Dios cuida de vos!

domingo, 3 de abril de 2016

Sin desesperarse

¿A quién le gusta esperar? No unos minutos; mucho tiempo. Todos podemos esperar, "sin desesperar", cierto tiempo. Pero, esperar un tiempo prolongado ya no es tan fácil. Lo sabemos por experiencia. Sin embargo, cuando consideramos que no estamos solos, y que en esta espera que se extiende Dios nos acompaña y es quien limita el lapso de tiempo antes de la respuesta...¡eso sí que cambia las cosas!

No es lo mismo esperar sin esperanza, que esperar confiados en que la respuesta está cada vez más cerca. La Biblia dice "Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor. (Romanos 5:5, NTV)

Por eso, esperemos en Dios, ¡y no nos desesperemos! Dios nos ama. Dios prepara cada día para nosotros. Dios pone límites a las dificultades que nos encontramos. Él nos ayuda. Y tiene un propósito de bien, siempre.

¿Tenemos que esperar? Hagámoslo con esperanza, confiados en Dios. Recordemos que Dios es nuestro Padre, el Padre Perfecto, ese Padre que todos hubiéramos soñado tener. Y Él es bueno.  ¿Cómo no esperar confiados? Sabemos que no estamos solos. El Dios Todopoderoso nos acompaña y Él prometió darnos todo lo que necesitamos. Eso incluye la paz, la fortaleza, la esperanza y la alegría. Todo.

 Dios está con nosotros. Que esta verdad tan maravillosa alimente tu fe y tu confianza en Dios en este mismo momento. La respuesta puede estar más cerca de lo que te imaginás.