Según la definición del Diccionario de la RAE, “vulnerable”
significa “Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente”.
Se nos ha enseñado que somos más que vencedores,
que todo lo podemos en Cristo. ¡Es una maravillosa verdad! Pero, no siempre
se nos recuerda que también somos seres vulnerables.
Por lo tanto, es muy posible que en algunas ocasiones recibamos heridas, lesiones...No es algo raro o extraño sino
absolutamente normal.
Quisiéramos que la frase “somos más que vencedores” implicara
que también somos “intocables”. Y, en parte, así es. Dios nos guarda de tal manera que el mal no puede tocarnos. Sin embargo, Dios mismo permitirá muchas
veces que algo o alguien ponga en evidencia nuestra vulnerabilidad. Nos recuerda que somos dependientes. Incluso tal
vez haya heridas. Eso es perfectamente compatible con nuestro victorioso
destino en Dios. Seguimos siendo más que vencedores aunque tengamos algunas
heridas y cicatrices.
Ser vulnerable es un regalo de Dios: el saber que somos
limitados, en cierto modo frágiles, y no un “superhéroe intocable" que no sabe de
dolores ni penas.
El ser vulnerables nos hace más humanos y más compasivos.
De modo que, cuando te enfrentes cara a cara con tu propia
vulnerabilidad, podés recordar “Claro, soy humano, por eso las cicatrices... ¡pero
sigo siendo más que vencedor!” Y verás a los demás con ojos compasivos porque
ellos también son vulnerables, humanos frágiles como vos en un ambiente bastante
hostil. ¡Que el reconocernos vulnerables nos lleve a amar más a los
demás!