miércoles, 7 de septiembre de 2016

Descanso

Las exigencias diarias pueden llegar a abrumarnos. La sociedad actual nos mueve a un ritmo más que frenético y lo asumimos como normal. Qué bien nos hace recordar las palabras de Jesús que nos invitan a detenernos y pasar tiempo con Él. Seguramente, lo primero que nos viene a la mente es lo difícil que se nos hace, que no tenemos tiempo. Pero no siempre es necesario "dormir menos" para orar; a veces es cuestión de ordenar los tiempos y establecer las prioridades. Tal vez tengamos que esforzarnos en aprovechar mejor el tiempo y colocar como prioridad el pasar tiempo con Dios.
Me encanta recordar que la oración no es un mero "capricho de Dios". La oración nos frena esa rutina imparable de actividades y da lugar a que Dios "haga" en nosotros esa transformación interior que necesitamos. La oración también es entregar tiempo, nuestra vida, a Dios para permitirle su intervención. Y al hacerlo Él nos da descanso.

¿Has pensado, como yo muchas veces, que necesitás que Dios transforme tu vida de manera urgente? ¿Has pensado que no sabés cómo seguir adelante si Dios no hace algo en vos primero?  Dios lo sabe y está esperando que vayamos a Él, simplemente, en oración. Es un desafío tan importante que vale la pena considerarlo como tal.

Si es necesario, empecemos de a poco, quizás con unos minutos, y si anhelamos su presencia, Él hará lo que te parece imposible: tener tiempo a diario con Dios. Aceptemos el desafío. Descubriremos maravillas y sobre todo esa dicha incomparable de experimentar la compañía de nuestro Dios en todo momento. No solo tendremos descanso sino satisfacción para el alma, paz, nuevas fuerzas y un gozo renovado.

 "Dijo Jesús: Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.  Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma." Mateo 11: 28-29, NTV.