No nos gusta ser
frágiles ni vulnerables. Quisiéramos ser tan fuertes que nada nos dañe. Pero
somos así: vulnerables. Si sufrimos un corte, sangramos. Depende de la herida,
pero hasta podríamos morir si no obtuviéramos ayuda. Si chocamos con algo
fuertemente, o tenemos una caída, hasta los huesos pueden astillarse o quebrarse. Los músculos y tendones también
pueden herirse aunque tienen fuerza y resistencia. Nuestro cuerpo sigue siendo
frágil aunque pueda hacer proezas deportivas o de fuerza. Cada partícula de nuestro ser nos
recuerda que somos “finitos” y “mortales”. Y aunque todos quisiéramos no serlo,
tiene un propósito: volver nuestro corazón a Aquel que es infinito, eterno y
Todopoderoso: el Dios que nos ama y nos sustenta.
Nuestra condición de mortales hace posible la empatía, la compasión. Podemos poner en
práctica el amor por el prójimo, la misericordia, la generosidad,
el trabajo en grupo, y tantas cosas más. Nos ayuda a dejar de pensar en lo material para
enfocarnos en las personas. Disminuye nuestro egoísmo para pensar en los demás. Si
fuéramos fuertes e invulnerables, seguramente seríamos pedantes, autosuficientes, egoístas y
orgullosos. Así es la naturaleza humana. Nuestra finitud pone límite a nuestra arrogancia.
¿Alguna vez pensaste
qué actitudes tendrías si no tuvieras tantas “limitaciones”? Quizás muchas serían diferentes a las actuales. ¡Por algo Dios nos pide quee seamos como niños! Tan humildes,
dependientes, conscientes de las limitaciones, necesitados de ayuda y de “otro”. Dios es sabio y nos ama tanto que ha querido librarnos de muchos males.
Siempre anhela tenernos cerca para cuidarnos y enseñarnos todas las cosas. Basta solamente con que le creamos y dependamos de Él.
Somos realmente
fuertes cuando reconocemos que somos frágiles, que sin su ayuda no podríamos
vivir. En eso radica toda la fuerza, el vigor, el tesón, la perseverancia, la
“resiliencia” que necesitamos para toda circunstancia.
Confiemos en Dios.
Él nos da incluso sabiduría, amor, fortaleza, alegría y todo lo que nos falte. Dependamos de su amor y de su poder. Él es bueno y siempre fiel.