
La Biblia dice que Dios
alegra el alma de sus hijos. ¡Dios alegra mi alma! Él nos rodea de amor. Su
Espíritu Santo, cuyo “segundo nombre” es “el
Consolador”, nos acompaña todo el tiempo. En esos momentos difíciles, procuremos siempre hacer lo correcto, tomemos
decisiones adecuadas, tengamos una buena actitud, y confiemos en que Dios
hará lo demás. Podemos estar seguros de que cuando dejamos en sus manos
nuestros conflictos y necesidades, Él se hace cargo. Y lo hace todo bien.

¿No es maravilloso? Dios cuida de nosotros. Pensalo: "¡Dios alegra mi alma!" ¡Él es el Dios de mi alegría! El que en medio de mis dificultades me bendice y me devuelve la sonrisa.
“...al Dios de mi
alegría y de mi gozo…” (Salmo 43:4)