viernes, 9 de agosto de 2013

Tormentas

Todos sentimos temor en mayor o menor grado ante las tormentas. Hoy en día vemos a los "cazatormentas" que desafían los elementos de la naturaleza y pensamos que no les asusta. En realidad están afrontando sus miedos con mucha osadía. Somos seres vulnerables y dependientes; es lógico que sintamos temor. Conocemos nuestras limitaciones. Ante aquellas situaciones que nos abruman porque nos sobrepasan, sentimos temor. Cuando no las podemos resolver o no encontramos soluciones, cuando escapan a nuestro control, nos sentimos desesperados y necesitados auxilio.
 
En ocasiones surgen circunstancias desfavorables que, si se prolongan, generan crisis y pueden presentarse la desesperanza y la depresión. Pero, no es conveniente quedarnos paralizados o resignarnos. Depende de nosotros decidir y pedir ayuda.  Podemos confiar en Dios que nos dice: “No temas; yo te ayudo”. Pidamos su ayuda que es infalible y poderosa. 
 
Él dijo : “Clama a mí, y yo te responderé” (Jer. 33:3). Confiemos. Nadie que clama a Dios de corazón queda sin ayuda. Él está muy cerca. Que en medio de nuestras tormentas, podamos buscar ayuda en Él.  
Acudamos a Él con confianza. Dios nos ama: envió a Jesús para mostrarnos su gran amor. Podemos confiar en Él siempre y en toda circunstancia. Veremos que Él es bueno, es fiel y cumple su Palabra..

 


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