miércoles, 16 de diciembre de 2020

Amor sublime

Cuando de amor se trata, se habla mucho, se escribe mucho, se especula mucho. Se dice que se acaba, que cambia, que se agota, que "muta", como si pudiera cambiar su esencia y transformarse en otra cosa, hasta en odio -afirman algunos- y terminar. Pero, en verdad, el amor nunca deja de ser. Nunca se extingue.
No hay muchas clases de amor: El verdadero amor es único. La pureza lo distingue y lo destaca. Lo demás, es el conjunto de expresiones del mismo amor sublime e incomparable, que sólo se conoce cuando se lo recibe. Aquel que es origen de todo. Que escapa a nuestro entendimiento y al análisis de nuestra razón. Que no tiene límites, ni fin. El eterno amor de Dios. 
Sin él nada existiría. Nutre a todo amor verdadero. Da vida a cada faceta del amor humano en que se vislumbra la bondad de Dios. El cariño, la ternura, el amor conyugal, el filial y fraterno, la amistad y el compañerismo, todo eso es posible, por el Amor sin igual que lo origina. ¡Sublime amor, incomparable!

Todo el amor que conocemos es un reflejo del amor de Dios.Toda forma pura de amor proviene de Él. 

Dios nos ama y ha puesto en nosotros esa capacidad de percibir y de recibir su amor; de vivirlo y compartirlo.  Podemos descubrirlo en los actos de bondad, de altruismo, de generosidad, de sacrificio por amor al prójimo. Maniféstandose en todo lo bueno. 

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).  

 


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