miércoles, 1 de agosto de 2012

Crepuscular



  Ceniza se vuelve la calle
y los altos edificios.
Cables y antenas
entretejen su destino.
 Un momento ríe la calle
con un par de chiquillos.
El cabello alborotado,
bajo el brazo algún libro.
 Frío. Intensamente frío.
  El cielo azul
ahora teñido
con púrpura de ocaso,
se vuelve cristalino.
  Se congelan las estrellas,
arriba en el infinito.
 La calle está quieta.
 De pronto, un silbido.
Pasos rápidos,
las manos en los bolsillos.
 Y de nuevo la calma
se desploma en el frío.
  En las esquinas
la luz ha tejido
telarañas
en los árboles vacíos.
 La luna recuesta en la torre
su rostro aterido
y nieva su plata
en la copa de un pino.
  por Alicia García

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