La
tecnología ha hecho de este mundo, un mundo mejor, en muchos aspectos. Sin
embargo, el desarrollo social no siempre acompaña al avance tecnológico y
científico. La historia nos muestra que ante progresos notables en el campo de
la ciencia afloró la miseria humana más detestable.
El factor humano es preponderante:
deberíamos ser mejores también. Pero no siempre es así. Tenemos
la tendencia al egoísmo y al individualismo desde que nacemos. Y puede aumentar
con los años si no nos corregimos. Un corazón acostumbrado a hacer lo que
queremos sin considerar demasiado al otro, por naturaleza, hasta que aprendemos
valores y conductas que tiendan al bien y al bien común. ¡Pero hay una buena
noticia. Noticia que trasciende los siglos y siempre es actual: Dios no nos ha
dejado a merced de nosotros mismos. Nos da la oportunidad de cambiar y es Él quien
opera el cambio radical y profundo que necesitamos. Además, nos ayuda a
desarrollar el potencial que Él nos dio para nuestro bien y el de otros. Porque Dios es
amor. Él nos da por medio de Cristo Jesús, Su Hijo, una nueva vida, un nuevo corazón. Nos imparte virtudes para poder así crecer y ser mejores personas
cada día, más como Él es.
Cuando la realidad de este tiempo nos golpee con su crudeza, recordemos el mayor mensaje de la historia, que puede transformarlo todo transformando el corazón de los hombres: el mensaje del amor de Dios, que nos hace nuevas personas para vivir una vida diferente, fructífera y con propósitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario