lunes, 31 de agosto de 2020

Deleite

Las nubes blancas que corren al sol, las nubes grises, azuladas, frías. El viento helado que nos apura el paso. Las hojas crujientes bajo los pies; los árboles dorados, verduzcos y ocres. Atardeceres naranjas y púrpuras. El cielo azul de agosto lleno de estrellas. La calidez de casa que me espera; el calor hogareño, el café humeante, las charlas. El ruido inconfundible de la familia en casa. Nos deleitamos en cosas tan simples, que nos llenan el alma de paz.

Nos alegramos en la vida, en los placeres cotidianos, en los milagros que adornan cada día. Nos alegramos en todo, y, a veces, "a pesar de todo", porque en medio de cada circunstancia sabemos que no estamos solos. La causa de esa alegría es Dios mismo. El Dios que ha creado todo lo que existe, que nos ha rescatado del mal y de la muerte, Él es el motivo de nuestra paz, de nuestro gozo y de nuestro deleite. 

Por eso, en este agosto frío, el amor de Dios nos envuelve como un manto. "El Dios de mi alegría y de mi gozo" nos acompaña en todo tiempo. ¿Te parece inusual, te parece irreal? Hablá con Dios. 

Acercate a Él y preguntale. Verás que hay mucho más, cosas maravillosas que Él ha preparado para los que lo aman.

Decile que querés conocerlo y lo experimentarás por vos mismo. ¡Y te sorpenderás al darte cuenta de cuánto te ama Dios! 



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