sábado, 15 de agosto de 2020

El árbol

Veo un árbol sin hojas y recuerdo cuántas veces lo vi golpeado por la lluvia y por el viento. Tiritando, herida la corteza. Lo he visto adormecido en noches frías. Sombrío bajo la luna de mayo. Pero, es el mismo que resurge en primavera con hojas y flores y frutos. El que estira su copa cada año. El que da sombra. El que refresca y oxigena el aire. Ese árbol que vuelve a empezar cada septiembre. No sufre su despojo invernal. Se olvida del frío y de la escarcha. Rumbo al futuro, retoña una y otra vez. Otra vez las hojas, savia nueva y fruto. 

Me recuerda que siempre hay esperanza, una vez más. Porque hay un Dios bueno que nos ama. Ante "una mala racha", un invierno muy frío, los humanos a veces nos damos por vencidos o pensamos "tirar la toalla", abandonarlo todo. Que podamos ver que, más allá de las pruebas, del sufrimiento ocasional y las dificultades, hay esperanza. Hay Alguien poderoso que cuida de todo y de todos. Dios, que nos ama como nadie más.

Dios te ama. ¿Lo sabías? Te ama de verdad. Él quiere ayudarte. Ve tus necesidades, tu aflicción. Sólo tenés que creerlo. Te dará un nuevo comienzo, otra oportunidad, la vida nueva, la fuerza que necesitás. Pondrá esperanza en tu corazón ¡y tus ojos verán qué bueno es Dios!

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