jueves, 27 de febrero de 2020

Frustración

No nos gusta frustarnos. Quisiéramos conseguir todo lo que necesitamos o deseamos o nos proponemos. Pero no es así. Fallamos y cometemos errores. No siempre logramos lo que queremos. (¡Gracias a Dios! ¿Qué sería de nosotros si así fuera? El mundo sería más caótico y, sin duda, más violento). Pero la frustración tiene su lado bueno. Nos ayuda a madurar y a conocernos mejor. Nos enseña que podemos superar fracasos y aprender. Nos enseña que no somos Dios. Nos ayuda a ser sinceros con nosotros mismos y reconocernos tal cual somos, falibles y con limitaciones. Nos conduce a ser más compasivos, más humildes y empáticos.

Sé que el otro puede fallar como yo, y eso está bien. Sé que puedo aprender la empatía: me pongo en tus zapatos. Sé cómo te sentís porque yo también fracasé, me frustré y salí adelante con la ayuda de Dios. Y vos también lo harás.

Dios es bueno, nos conoce y nos ama. Nos alienta a seguir a pesar de nosotros mismos. Nos ayuda a desarrollar el potencial que nos dio y nos enseña, a la vez, que es normal y lógico equivocarse de vez en cuando. Pero que con Él siempre podremos avanzar hacia "la mejor versión de nosotros mismos". 
Que la frustración sea un paso que nos haga mejores personas, que conocen la limitación pero también la maravillosa bondad de Dios.
Te deseo un tiempo de paz con Dios y con vos mismo. Dios nos ama. Dios te ama.

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