La soledad que molesta es un sentimiento raro, fastidioso. Me
refiero a la soledad que se siente como un peso. Esa que se percibe
rodeado de personas. ¿Te ha pasado? Quizás sí. Quizás la has sentido en el momento de tomar decisiones, o en circunstancias difíciles. Muchos pasan por eso. En todo el mundo, en todas las
culturas. Y es casi inevitable. Incluso, tal vez sea necesario para darnos cuenta de
que hay Alguien que siempre está. Que nunca estamos realmente solos. En esos momentos de soledad podés hablar con Dios, y vas a darte cuenta de
que Él está atento y siempre está. mirando y conociendo todos los detalles. Él no nos deja. Él no te dejará. Jamás.
Somos seres que necesitan compañía. No fuimos creados para
vivir en la independencia total, solos, aislados. Dios lo sabe. Por eso, prometió estar
con nosotros todos los días de nuestra vida. Él siempre está para ayudarnos y guiarnos en cómo decidir lo mejor. En esos momentos de soledad, podés hablar con Dios y contarle todo lo que quieras, pedirle su ayuda,
incluso pasar tiempo simplemente en su compañía. ¡Vas a ver que todo resultará
sumamente bueno! Recibirás la
ayuda de Dios, dirección, consuelo, su amor incomparable y nuevas
fuerzas.
No es necesario huir de esos momentos solitarios que se nos
cruzan de vez en cuando. ¡Seguramente tienen un propósito! Descanso, examinarnos
a nosotros mismos, analizar las circunstancias para buscar la mejor decisión a
tomar, para reflexionar... O quizás simplemente el propósito sea que
puedas ver que contás con Dios, una compañía única, el mejor consejero, el
mejor amigo, el Padre Perfecto que puede comprenderte y darte lo mejor. Nunca estamos
solos. Él está con nosotros. ¡Somos sus hijos muy amados! Él convierte la soledad en "agradables momentos a solas con hermosos propósitos" en los cuales somos transformados para seguir creciendo.
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