Solemos ser acumuladores de casi todo. ¡Y la sociedad consumista nos alienta! Acumulamos cosas, bienes, recuerdos de viajes, libros, CDs, experiencias, emociones... Qué bueno sería hacer una pausa sabia, como el árbol, para quitar lo que debe ser quitado a fin de dar paso a ese renuevo necesario y vital...
Dejemos que también en nuestra vida "esas hojas secas de cosas pasadas" se vayan con el viento. Dejemos ese "exceso de equipaje". Demos paso a lo nuevo que surgirá al fin de temporada, a su tiempo. Que permanezca lo esencial y lo superficial sea renovado como una vestidura nueva.
Dios lo hace todo bien. Si confiamos en Él y se lo permitimos, también lo hará en nosotros y en cada área de nuestra vida: lo hará todo bien y para nuestro bien. ¡Sin lugar a dudas!
El Dios que creó todo lo bueno, y que nos ama, siempre está dispuesto a ayudarnos.
¡Benditos los que confían en Dios!
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