Debemos quitar la mirada de nuestra estricta planificación para incorporar las variables nuevas que parecen desentonar en nuestro "orden". En medio de ese vivir nuestros sucesos individuales recordamos que existe "un margen de error den todo cálculo", que es imposible evitar los imprevistos.
¿Será que el azar continuamente desafía nuestros planes? ¿La casualidad interviene nuestra rutina?
Lo más maravilloso de la vida es encontrar que Dios es real, que dirige nuestros días, y que nada de lo que vivamos es ajeno a Él. Él lo sabe de antemano. No hay azar. No hay casualidades. No hay imprevistos para Dios. Todo lo sabe. Y está dispuesto a
ayudarnos siempre y sobre todo cuando las circunstancias inesperadas
parecen desequilibrar la solidez de nuestra planificación.
Dios está. Y está al tanto de todo. Le importamos mucho, mucho más de lo que podemos siquiera imaginar. Si le permitimos ser parte de nuestra vida, si lo invitamos a nuestro corazón, si confiamos en su amor, veremos qué real es su promesa: "A los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien"...
Nos ama tanto que no quiere dejarnos transitar solos ninguna circunstancia. Por eso Él nos prometió estar en todo tiempo a nuestro lado: "Yo estoy con ustedes todos los días."
No hay comentarios:
Publicar un comentario