Llueve y hay mucha belleza en la tarde gris. ¡Hay tanta hermosura! Esa que nos dice a voces que Dios nos ama, que Dios existe, que hay esperanza. Hay alegría preparada para los que le creen y lo aman. Nos recuerda que Jesús vino a mostrarnos a Dios. Vino a abrir nuestros ojos para descubrir su bondad que nos rodea y que a diario nos hace bien. Pero ante todo, vino a rescatarnos del desvío en el que nos metimos y encaminarnos de regreso a Dios, a su presencia.
¿Adónde van mis pasos? ¿Me encaminan a Dios? La vida con Dios no es "un camino de rosas", no es un andar sin problemas. Pero, sólo en Él tenemos la garantía de su compañía, de su ayuda y su socorro. Y eso es más que suficiente, sin lugar a dudas. Con Dios a nuestro lado toda dificultad será momentánea, toda adversidad, pasajera. Él secará toda lágrima y transformará la tristeza en alegría.
No busquemos vivir exentos de dificultades. Mejor busquemos vivir con Aquel que venció todo mal y nos hace más que vencedores en toda circunstancia. No estaremos exentos de problemas, pero te aseguro que estaremos ¡exentos de derrota! Nadie puede vencer a Jesús. Ni la muerte lo pudo vencer. Él es Dios, nuestro Salvador. El regalo de Dios para todo aquel que cree en Él, para todo el que lo quiera recibir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario