viernes, 2 de junio de 2023

Amores

Hoy en día estamos acostumbrados a oír la palabra amor en una infinidad de aplicaciones y contextos, tantos que podría decirse que tergiversan su sentido real. Pero el amor verdadero es distinto y claro, inconfundible. Es pureza. Es alegría. Es amor que da y se brinda. Y no hace daño, no es egoísta ni violento.  No busca su propio bien sino el de la persona amada. Se muestra en hechos. No lo detiene la adversidad. Puede realizar sacrificios por el bien de otros. No todos lo conocen. No todos lo experimentan. Quizás por esa razón le llaman amor al enamoramiento, al arrebato pasional pasajero, o a la simple pasión momentánea. 
 
El Amor es tan valioso y único que no alcanzamos a comprender cabalmente: Lo percibimos como una vislumbre de algo mayor que escapa a nuestra capacidad de análisis. Porque no surge de la nada y no es nuestro: lo hemos recibido. Lo recibimos de Dios. Dios nos ama más allá de lo que podemos imaginar con un amor incomparable y sin fin. Él es el Creador y al crearnos nos dio la capacidad de amar y ser amados al poner en nosotros esa pizca divina del Amor infinito que es su principal característica. 

Por eso, no hay "amores". Hay Amor y una inmensa cantidad de manifestaciones de sus facetas: amor filial, amor conyugal, amor que es distintivo del compañerismo y la amistad y todas las variables que surgen de ello. La ternura, el afecto, el cariño, el apego, el afecto entrañable, el amor por las mascotas, el disfrute de lo bueno, son como afluentes de ese caudal único que nos ha sido dado por el Creador.

Dios es amor. Y tanto ama Dios al mundo que ha dado a su Hijo sin igual, para que todo el que crea en Él no se pierda sino que halle en Dios la vida y la vida eterna.

Dios te ama. ¡No podría ser de otra manera!... Él se alegra en hacer bien. Anhela que todos lo conozcan, que todos lo reciban, que todos se salven, que nadie se pierda.

¿Ya lo conocés?  

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