Que dicha es, oh Señor, el compartirte,
Pues nada se compara con tu gracia,
Y ver al corazón que ésta alcanza,
transformado, amarte, ¡por siempre seguirte!
¡Oh, haz que puedan acercarse a miles
Todos los sedientos del Agua que sacia!
Que encuentren en Ti todas esas almas
Ese Amor Eterno que los hace libres.
¡Que los que están lejos te puedan oír!
El Dios de la gracia hoy también los llama
A ser herederos de Vida sin fin.
Pues no sólo importa esta vida aquí
Ni aun la muerte quita la esperanza:
¡Cual regalo el Cielo han de recibir!
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