martes, 23 de marzo de 2021

Conciencia

Todos sabemos cuando hacemos algo que está mal. Seamos creyentes o incrédulos, laicos o ateos, todos, absolutamente todos, sabemos en lo profundo de nuestro ser cuando hicimos algo incorrecto o indebido. El concepto de moralidad, va más allá de algo aprendido o inculcado, de reglas o normas impuestas. El discernir el bien y el mal es algo innato, una facultad dada por Dios. Tal es así que, incluso personas que no han oído de leyes y doctrinas morales humanas, tienen la capacidad de elegir el bien o el mal.

Tenemos una conciencia que rige, o debiera regir, nuestra conducta, ya que por ella entendemos la cualidad de nuestros actos. Una conciencia dada por Dios, la cual nos permite percibir los valores fundamentales y formular la ética. Aún quienes, desoyendo los dictados de su conciencia, se empeñan en hacer el mal, saben que están haciendo mal y saben que deberían hacer el bien; no por mera imposición humana sino por su propia conciencia. No sólo por las normas establecidas de la moral, sino por las que derivan de la conciencia. Por lo que la cuestión del bien y el mal no se limita al ámbito religioso.

Un ateo o agnóstico también sabe, debido a su conciencia, cuando algo está bien o no. Aunque no se atenga a parámetros formulados, su conciencia juzgará su conducta.  De modo que, quienes sigue haciendo el mal, lo hace por libre elección y no por desconocimiento. Por esa razón es que se nos llama al arrepentimiento. El arrepentimiento produce paz y alegría. Arrepentirse es reconocer que obramos mal, sentir pesar por eso, y decidir cambiar de rumbo; dejar de hacer lo malo y  hacer lo bueno.  

Cada día, Dios llama al arrepentimiento: "Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca " (Mateo 4:17). Constituye la clave y el inicio de una nueva vida; un paso hacia la libertad y la verdadera paz. Por medio de Jesucristo, por la fe en Él, recibimos el perdón de nuestros pecados y una conciencia limpia y renovada.

¿Creés en Jesús? ¿Lo conocés? Anhelo que puedas conocerlo y, además, invitarlo a tu vida.  Te sorprenderás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario