domingo, 7 de noviembre de 2021

Sin politizar

Rumbo al verano, otro verano diferente. El próximo se acerca con tintes de pandemia residual. Todo parece ir retomando su ritmo habitual. Ciertamente quisiéramos olvidar la pandemia como algo que quedó atrás. Aun así, sigue siendo un tema de peso en medio de un ambiente politizado por la cercanía de las elecciones en nuestro país. ¡Ah! Pero hay esperanza. Y no es una promesa liviana de campaña política: es promesa de Dios. Él no está ajeno a nuestra vida diaria. Él es nuestra ayuda en todo tiempo.

Dios interviene por amor a la humanidad en la historia de la humanidad. Podemos confiar en Él sin dudar. No estamos inmunes al clima político de nuestra nación. Tampoco debemos ser indiferentes. Podemos ser parte activa en el rumbo político por medio de la oración: como cristianos, tenemos un mandato de Dios de orar por los gobernantes y por la nación. Bendecimos a nuestra gente, a nuestros gobernantes, nuestra tierra, para que se vuelvan al Dios creador de todo lo que existe. Para que sus vidas sean transformadas, primeramente, pero también para que sean instrumentos de bien en las manos de Dios a fin de asegurar la paz, la seguridad, el orden y la justicia de una manera real.

Dios tiene el control de los tiempos, puede desbaratar los planes de los malvados y confundir los designios de los perversos que procuran hacer mal a otros. Confiemos en la soberanía y en la justicia de Dios que es perfecta y clamemos por nuestra nación. En tiempos cruciales, el mandato bíblico de orar por los dirigentes y por los que vendrán se torna, además, un deber moral. 

Nunca dejemos de confiar en Dios quien gobierna la historia, a pesar de todo, y a pesar de la insistencia humana en alejarse de Él. Una nación que reconoce a Dios será bendecida y en verdad próspera.

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