lunes, 6 de diciembre de 2021

Tecno vida

Seguramente, en algún momento, solemos enfrascamos en la diversidad de entretenimientos y esparcimientos que nos ofrece este tiempo. Disfrutamos con amigos, con familia, de las maravillas tecnológicas de este siglo que nos toca vivir. Sabemos que, si se lo permitimos, incluso nos desbordan y nos invaden un poco... Pareciera que nos automatizamos y cedemos a su influjo casi irresistible de novedad, de innovación.

La "vida tecno" nos es muy útil y nos brinda mucho confort, pero, aún así podemos elegir la cantidad de tiempo que le asignamos en nuestro día. A pesar de todo lo útil y fascinante que nos ofrece, no se compara con lo más grandioso que tenemos: nuestra propia humanidad. Nuestros rasgos más bellos y humanos, nuestra persona, todo eso es lo irrepetible, lo inimitable.

La interacción con otros, el compartir, puede resultar un disfrute, sutiles descansos que recrean el alma y nos enriquecen la vida. Atesoremos esos momentos cara a cara con personas que amamos. La capacidad de considerar al otro, de verlo como persona, de amar, de comprender y ayudar. Muchas veces, cuando corremos de aquí para allá en nuestra actividad diaria, nos perdemos hermosas cosas fugaces. Instantáneas imperdibles de la naturaleza o de la gente. Quizás un instante de cielo, una sonrisa, una puesta de sol, el descifrar un enredo mágico de nubes o ese rato magnífico con seres queridos. Atesoremos lo más bello que tenemos: nuestra propia calidad de humanos.

Nada es más valioso que un ser humano. ¡Que podamos comprender lo valioso que somos...! Tan valiosos somos que Dios envió a Jesús a rescatarnos: somos su tesoro invaluable.

Te deseo un tiempo incomparable con tus seres queridos. Te deseo un encuentro inolvidable con Aquel que nos ama como nadie: nuestro Dios y Creador.

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