viernes, 25 de febrero de 2022

Anhelo de lo eterno

En cada siglo, en todo momento, de diversas formas y aun en medio de adversidades y ante la manifiesta hostilidad, en todo tiempo, se levantan las voces de los cristianos. A veces "no se entiende" el porqué. Pero, simplemente es que no se puede callar lo urgente. Se anuncia lo vital, lo trascendente y a la vez tan real y contemporáneo; el clamor silencioso de la vida. La proclama es, al mismo tiempo, un llamado. Insta a reconocer esa necesidad, propia, aunque nos parezca carecer de ella. 

Todos necesitamos lo eterno que no tenemos, lo que da sentido y propósito a nuestra existencia terrenal. Podemos tenerlo todo y carecer de lo más importante: esa bendita eternidad llenando nuestros corazones. Dios mismo restaurando nuestra vida. 

Proclamamos que esa transformación es posible incluso hoy mismo. Aquí y ahora. Proclamamos el amor de Dios que salva y que en verdad transforma. El único que quita toda carencia del alma. 

El mensaje que proviene de Dios mismo y que nos revela los porqués y el paraqué. Que nos habla de ese Dios poderoso y real que nos ama con amor infinito. El Dios bueno y verdadero que envió a Jesús a rescatarnos de toda maldad, nos ofrece esa eternidad anhelada.

Podemos recibirla por la fe en Jesús, el Hijo de Dios. Él dijo: "El que cree en mí, tiene vida eterna". Y en esa vida eterna recibida se encuentra las respuestas a todos los interrogantes de nuestra existencia. ¡El amor de Dios lo ha hecho posible!

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