miércoles, 5 de julio de 2023

Contemporáneos

La escritura de los sumerios, la arquitectura e ingeniería egipcia, la influyente cultura griega, el inicio de las ciencias, las construcciones y obras romanas, los grandes descubrimientos e invenciones, la revolución industrial, la era atómica, la tecnológica y digital...  Cada época tiene sus características propias, sus innovaciones, avances y contribuciones y retrocesos. Tal es así que, a pesar de su apogeo, grandes imperios acabaron derrumbados por su retroceso hacia la barbarie moral y la corrupción. 
 
Pareciera ser que cada progreso científico, con sus pro y sus contra,  conlleva la posibilidad de una contraparte, un uso impensado en su propósito original. Así como nadie imaginó el mal uso de la energía atómica o el surgimiento del ciber-delito. No obstante, contemporáneos en cada época histórica decidieron no ser parte de la decadencia de su tiempo. Cada generación debe afrontar este desafío.
 
Incluso los millenials y la generación Z han de elegir de qué manera impactarán su historia en esta sociedad del siglo XXI que abarca grupos etarios tan diferentes. No podemos permanecer neutrales. Vivir este siglo de avances únicos sin que nos arrastre la corriente implica una decisión, ya que el no decidir constituye una decisión negativa.

Se trata de una elección ineludible. A la vez es un llamado a la coherencia, a la rectitud y a los valores ético-morales; a volver a la razón y a la conciencia. Es, en definitiva, un llamado a volver a Dios. En esta era "tecno" que ha traído tanto bien, no deja de asombrarnos el hecho de que somos los contemporáneos de aquellos que han alcanzado logros impensados, pero también de quienes perpetran lo inconcebible. En este tiempo matizado de grises debemos elegir bien y persistir en la decisión sin claudicar. 
 
Tiempo de volver a Dios. Al único Dios, el que hace progresar la ciencia, el Dios que salva y da vida. El Creador, que nos ama, nos da todo lo bueno para que lo disfrutemos y la libertad de elegir. Seamos quienes eligen no ser parte de la decadencia. Seamos personas de bien, personas de fe que generan cambios que trascienden.

"Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro." (Isaías 45:22, La Biblia).



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