miércoles, 11 de agosto de 2021

El sol

En los días más fríos, cuando el sol cobija a los seres humanos bajo su manto, la vegetación se renueva y se levanta, los seres vivos se asoman y se abrigan con su luz. Disemina alegría, una alegría cauta, silenciosa y cálida. Aviva otra vez la esperanza; nos recuerda el porvenir. Casi sin darnos cuenta, recibimos otra cuota de esa fuerza que llega hasta los huesos, que anima y entusiasma.

Es el sol, un transmisor de un mensaje más alto y sublime. El simple, cotidiano y espléndido sol. Porque, incluso en esos días invernales, podemos vislumbrar el cuidado infinito de Dios: Él puso límites al sol, para cuidar la vida. ¡Qué inefable es su amor, inexplicable! Su infinito poder, ¡inmensurable!

¿Te has dado cuenta de cuánto te ama Dios?

Que en este invierno diferente puedas recibir lo que Dios tiene para vos.  Te deseo una vida de la buena, de la abundante, de la que no termina. Te deseo una vida plena de alegría profunda. ¡Una vida con Dios!

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