sábado, 30 de abril de 2022

Sur

El frío del sur. Los árboles estoicos, enraizados, afrontan los golpes de los vientos patagónicos, las ventiscas y tormentas de nieve. El aire cortante y helado amedrenta tanto como los ventisqueros. Susurran, los bosques, aullidos callados, mientras las ráfagas se enredan y giran entre ramas y nieves. Se inclinan las coníferas, los arrayanes, los bosques de cipreses y los pinos tardíos ante todo el despliegue del viento sureño. 
 
Hasta el cielo parece más frío entre las ramas cargadas de blancura. Humean las cabañas a lo lejos su preciado calor vivificante. El aire cercano se impregna de aromas, chocolate y café con crema y el ahumado sabor de la leña ardiendo. La vida continúa en este sur tan nuestro. Hay suma belleza, evidente y escondida, reflejada en los lagos, en las montañas de picos blancos y aires nuevos, en los senderos, en los bosques, en los ríos. Incluso en los brillos del fuego crujiente en los hogares, lejos. La ciudad despierta y el turismo prepara su invierno.
 
¿Cómo no hallar a Dios en este sur de ensueño? Dios, el Creador de todo, nos regala la majestuosidad de estos paisajes que proclaman su Nombre y su diseño. Si abrimos el corazón veremos su autoría, su mano hacedora. La inmensidad de las cumbres recortadas en el cielo, la profusa belleza creada, todo, nos cuentan de Dios; nos cuentan que Dios los creó.

Él ha hecho todo lo bello y lo bueno para que lo disfrutemos, para deleitarnos. Dios envió a Jesús, su Hijo, para que podamos volver a Él, y hallar esa dicha perdida, ese gozo eterno que nos preparó.

¿Creés en Dios? ¿Creés en Jesús? Te aseguro que nada se compara con conocer a Dios tal como es y relacionarse con Él a diario, con confianza y alegría. El Cielo es nuestro hogar por siempre. Un lugar tan bello que no puede compararse ni con la hermosura más sublime de esta tierra. Y hay un libre acceso. Una libre entrada por la fe en Jesús, disponible para todo el que la quiere aceptar gratuitamente.

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